SEÑALES DE HUMO

José Ignacio / Lapido

Liberalismo

LA burra. Nadie ignora que el propósito último de la publicidad es vendernos la burra. Técnicas de marketing que en la mayoría de los casos no son otra cosa que pedestres juegos de palabras. Lo asombroso es que consiguen que a ojos del consumidor la burra salga tan favorecida que parezca que tiene serias posibilidades de ganar el Grand National.

Los políticos profesionales, que a duras penas pueden ocultar su verdadera vocación de vendedor de crecepelo, se han apoderado de esa neolengua publicitaria para enmascarar sus propósitos e, incluso, su ideología. Deben pensar que con la claridad y la verdad tiene escasas posibilidades de arrancarnos el voto, esto es, de vendernos la burra. Un ejemplo ilustrativo: si la economía del país se hunde el ministro de turno dirá que se ha producido un "crecimiento negativo". Como si el capitán de un barco al que un torpedo ha abierto una brecha en la línea de flotación aludiera al Principio de Arquímedes para pedir la evacuación de la nave.

Un término político que se ha maleado tanto que uno ya no sabe qué significa es el de "liberal". Ahora que se conmemora el bicentenario de la Constitución de Cádiz causa cierta grima leer la adjudicación que de ese calificativo se hace a según qué personas. La sorpresiva dimisión de Esperanza Aguirre ha propiciado que se escriban sobre ella numerosos artículos laudatorios. Casi sin excepción, en tales ditirambos se hace referencia a la filiación liberal de la nieta del los condes de Sepúlveda y condesa consorte de Murillo. No se dejen engañar, cualquier parecido de Aguirre con Mariana Pineda o el general Torrijos es pura coincidencia. La una acabó en el garrote vil, el otro, fusilado. Aguirre va a acabar trabajando en Turespaña, organismo público dependiente del Ministerio de Industria y Turismo.

Así como el movimiento se demuestra andando, el liberalismo se demuestra gobernado, y el PP, allí donde consigue el poder, pone en práctica un absolutismo del que Fernando VII sentiría envidia. Con su actual mayoría da continuas muestras, como ya dio durante el aznarato, de su versión cañí del liberalismo: el mercado debe estar libre de la tutela del Estado, pero siempre que se pueda poner a un amigo o compañero de pupitre al frente de una empresa pública, privatizada o no, se hará. Tras el desembarco por tierra, mar y aire en RTVE, el último episodio "liberal" del PP es el nombramiento de la diputada popular Elvira Rodríguez como presidenta de la CNMV. Intervencionismo puro y duro del que Esperanza Aguirre ejerció como precursora en su feudo. Sus maniobras para colocar a su mano derecha como Presidente de Bankia o el férreo comisariado político ejercido en Tele Madrid son los ejemplos a seguir. También cuando decía cosas como las que dijo en relación a Eurovegas: "Si la ley (antitabaco) ha de cambiarse para que se instale en Madrid, no les quepa ninguna duda de que se cambiará". Eso es ser liberal, lo demás son ganas de enredar.

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