Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

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Lorca y los gigantes

Cuando García Lorca visitaba ciertas ciudades de la Meseta Castellano Leonesa soltaba zascas a santos y escritores

La Meseta Castellano Leonesa volvía un poco Quijote a Federico que, cuando visitaba alguna de sus ciudades, se empleaba en enderezar tuertos, como el manchego. En su primer libro, Impresiones y paisajes (1918), en el que habla de sus viajes de estudios por Galicia, Castilla y León, alancea unas imágenes de San Cosme y San Damián, colocadas en una capilla de la Colegiata de Covarrubias. "Son dos muñecos -señala- de caras estúpidas vestidos de un damasco descolorido, con cabelleras tiesas y apretadas… Una gran pena crepuscular me invadió… Toda la fe de un pueblo estaba depositada en estos muñecos mal hechos, juguetes de un hijo de gigantes". Tan mal sentó este comentario en Covarrubias que, cuando visité la Colegiata, 60 años después de Lorca, el párroco que nos mostraba las imágenes de los patronos, había incorporado al guión de la visita al monumento una alusión muy ácida a Federico. Años después, el grupo teatral universitario La Barraca lleva a León Fuenteovejuna y Las tierras de Alvar González, y Lorca concede una entrevista al periodista Ricardo F. Cabal, publicada el 12 de agosto de 1933 en diario local La Mañana de León. En entrevistador, con muy mal gusto, afirma que Lorca es "el hombre que se la llevó al río", haciéndole protagonista de su romance más popular. También describe al escritor granadino como"moreno de verde luna", como el Camborio de su romance. Pese a estas ordinarieces, la entrevista contiene opiniones de Federico tremendas sobre ciertos escritores de gran renombre. Como en Impresiones y Paisajes, Lorca hunde su lanza, ahora desde la mesetaria León, en la obra de algunos gigantes literarios. Andrés Soria Olmedo, en su libro Treinta y una entrevistas a Federico García Lorca, anota que en esta entrevista el poeta "adopta una «pose» de provocación vanguardista que no se repite más; en concreto es notable que copie la violencia verbal de los surrealistas franceses". De Azorín dice Lorca que merecía la horca por voluble. Tampoco se libra Valle Inclán: "Detestable como poeta y como prosista. Salvando el Valle Inclán de los Esperpentos… todo lo demás de su obra es malísimo". El zasca más hiriente se lo lleva Alberti, del que afirma que "desde que volvió de Rusia, comunista, ya no hace poesía, aunque él lo crea, sino mala literatura de periódico". Quizá por eso Alberti tardó tanto en entrar en Granada.

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