bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

Lugar ameno

EN las carretas que han peregrinado al Rocío se ha escuchado bastante, como en años anteriores, el Acompáñame de Pareja Obregón, cantado por María del Monte. En esta copla se actualiza, para consumo de las clases sociales emergentes, el tópico auroral y edénico del locus amoenus que recuerda a muchos andaluces sus raíces campesinas. Siguiendo a Lenin -o no- que aconsejaba copiar lo bueno de la burguesía, la emergencia, andando, a caballo o a bordo de sus yates entoldados, imita a sus enemigos de clase, los señoritos y caciques andaluces, en los estiradísimos vaivenes del baile de las sevillanas y en las rituales y hermosas posturas de la monta y doma del caballo.

No faltan en este ameno lugar que pinta María del Monte en su canción, ninguno de los elementos del tópico medieval: ni el río y la marisma ni aves, algunas canoras -"anoche vi volar una paloma", "sentí el vuelo de los patos reales", "la mañana llegó con el cante de alondras y jilgueros"- ni otros animales como las cigarras, la cierva que amamanta al cervatillo o los bueyes que tiran de muchas de las carretas. También hay árboles -una encina- y arbustos olorosos y mágicos -el romero- e, incluso, flores tan emblemáticas como los lirios y tan folclóricas como las de la jara, que adornan los senderos.

Pero el contento del hombre ha de ser cósmico, ha de comprometer al orbe. Y María del Monte, como Garcilaso, como Aleixandre, obliga al Universo entero a vibrar al compás del escondido orgasmo de una pareja de rocieros que retoza en este paraíso: "Anoche nos cubrimos con las sombras, / tu cuerpo junto al mío. / La luna alumbró la amapola/ dormida entre los trigos». Símbolos (amapola=desfloración o, simplemente, vulva; "nos cubrimos con las sombras"=desnudez) que elevan notablemente la temperatura erótica de la canción.

Al alba, los amantes, ahítos de placer y sedientos de trascendencia, consuman el rito final y telúrico convertidos en luceros. Un inevitable empacho de estrellas y una reprobable soberbia luciferina -el "seré como Dios"- se agazapan en este fragmento de la copla.

Posiblemente, todos los que han viajado este año al Rocío ya habrán abandonado el "son peregrino de guitarra y pandereta" para volver al paro, a la economía sumergida del estío festivo, en la que se ganan el pan, a los partidos del play-off y al Facebook, pero no será fácil de apagar en ellos el rescoldo de los días que echaron en el camino y tampoco el recuerdo de ese lugar ameno que no está en ninguna parte, si lo buscas fuera de tiempo y lugar, pero que el Rocío, fugazmente, deja entrever cada año

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios