La chauna

José Torrente

torrente.j@gmail.com

Luis, el salvador

Nada nuevo hay que haga pensar que su reacción sea procedente y oportuna. El Ayuntamiento de Granada no está para teatricos

A la política granadina le sobran políticos poniendo el foco en el escenario exclusivo de su propio escaparate. Hacen como que salvan a Granada sin proponer más que ponerse frente al foco de la foto. Es algo, si no petulante, sí que bastante fútil. Más aún sabiendo que no se es ya portavoz municipal de su grupo. Él solito prefirió el Congreso de la Carrera San Jerónimo al salón de Plenos de la Plaza del Carmen. Pero no se resigna a ceder el puesto al que renunció. Poca autoridad deja a quien nombró su relevo si los encargos de cierto fuste se los reserva para su ego desplazando a quienes trabajan a diario.

El exconcejal y diputado, persona de apego excesivo a su narciso personaje, no ha propuesto nada nuevo para Granada que no sea salir él en la portada en la que se echaba de menos. Lleva mal eso de no tener cancha política, absorbida como la tienen los partidos y los líderes que luchan contra la catalana afrenta al Estado.

A partir de ahora veremos sobre qué color basa esa expectativa que dice crear con esa nueva ocurrencia de pedir la reprobación política del alcalde Paco Cuenca. Mucho nos tememos que más bien pareciera una página de color sepia, ya vista antes por Granada. Un raído color del pasado más que la esperanza colorida de un futuro más hermoso para la ciudad.

Si Luis, el salvador, quisiera hacer algo próspero por la ciudad a la que ya no representa en el Ayuntamiento, no se quedaría en una absurda oferta de reprobación al alcalde, inocua desde el punto de vista jurídico, y con la que sólo pretende hacerse un selfi, abusar de la imagen pública de su personaje a costa de engañar, una vez más, a los granadinos. Si fuera sincero defendiendo a Granada y no de cara a su galería de fotos, no anunciaría reprobaciones como quien anuncia perfumes de todo a cien en su feria, megáfono en mano, sino que iría directamente a lo único, en rigor, que puede cambiar la situación: firmar con su íntimo Sebastián Pérez una moción de censura al alcalde.

La situación jurídica del primer edil de Granada no ha cambiado un ápice en los últimos meses. Nada nuevo hay que haga pensar que la reacción de Luis, el salvador, sea procedente y oportuna. El Ayuntamiento de Granada no está para teatricos. Si quieren ayudar al gobierno socialista de la ciudad, saben bien cómo hacerlo. Y si no les interesa esa vía política de colaboración con el PSOE, la moción de censura devolvería el poder a quien legítimamente lo ganó en las urnas. Pocos caminos más quedan, siendo serios y leales a la ciudad, selfis y autopropaganda aparte de Luis, el salvador, claro.

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