Maqueta

Los padres que se manifiestan en contra de los deberes, en realidad es porque los hacen ellos, no sus hijos

Mi amiga W me la enseñó entusiasmada, aunque con inquietud. Era una maqueta de La Alhambra que había hecho con muchas dificultades (mi amiga no tiene conocimientos de arquitectura ni de nada parecido; su profesión es Secretaria administrativa en una empresa). "¿Crees que queda bien?", me dijo; "¿se parece a La Alhambra?". Asentí y le pregunté intrigada para qué era. "Se la han encargado a mi hijo en el Instituto, tiene que llevarla esta semana". "¿En una asignatura?". "Sí, en Historia. Van a evaluarlo y me he gastado bastante dinero comprando los materiales". El hijo de mi amiga está en Primero de esa enseñanza que han dado en llamar (no sé si los abreviadores se han percatado de lo mal que suena) ESO, y, por supuesto, él tampoco tiene conocimientos de arquitectura ni sabe diseñar maquetas. "Bueno, el niño me ha ayudado un poco, por supuesto", seguía diciendo mi amiga, "pero todo el grueso del trabajo he tenido que hacerlo yo porque resulta bastante complicado; todavía me falta darle la pintura, que ya he comprado; muy cara, por cierto".

Según mi amiga W, las maquetas de todos los alumnos serían expuestas en el Centro; una exposición vistosa, donde los muchachos explicarían sus construcciones. "¿Y los profesores saben que en realidad las maquetas las hacen los padres?", pregunté con inocencia. "Pues, claro", contestó mi amiga; "ellos saben que ningún niño de 12 años podría hacer algo así". "¿Y qué sentido tiene?", volví a preguntar, pero mi amiga me miró encogiéndose de hombros sin responder.

En ese mundo antiguo del que vengo, ningún profesor de Historia encargaba como tarea a un alumno realizar una maqueta de un edificio. En las clases de Historia se hablaba de acontecimientos, personajes, significados. Las clases y tareas de Historia eran, por supuesto, para los estudiantes, no para sus padres.

Pensé en todos esos padres que han aparecido en los medios en los últimos tiempos manifestándose en contra de los deberes de los alumnos y entendí que, en realidad, están en contra de los deberes porque los hacen ellos, no sus hijos; aunque no lo dicen. Deberes absurdos, que nadie sabe por qué encargan algunos profesores. Y pensé también en esos muchachos hablando en sus colegios de algo que no han hecho como si fuera suyo. Y los vi sentados en la Universidad el día de mañana, incluso en Rectorados, plagiando tranquilamente trabajos, sin que nadie acertara a comprender por qué lo hacen.

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