SEÑALES DE HUMO

José Ignacio / Lapido

Marca España

ESTA semana han estado el Rey y Rajoy en Nueva York haciendo unos bolos. El uno, para contarle a los del New York Times y el Wall Street Journal "la auténtica realidad que vive España", y el otro, para fumarse un puro en la puerta del mismísimo Radio City Music Hall. De acuerdo, estoy exagerando, también ha ido para intervenir en ese monumento a la inutilidad que es la ONU. La explicación oficial del viaje ha sido que en estos momentos de crisis es necesario revitalizar la imagen de nuestro país, eso que se ha dado en llamar "Marca España". Entiendo que se trata de una revitalización de cara al exterior, porque desde el año 75 del pasado siglo no se ha visto un Gobierno que pusiera tanto empeño en joderle la vida a sus propios ciudadanos.

La preocupación de los actuales gobernantes por lo que piensen de nosotros en otros países debe ser grande porque una de las primeras cosas que hicieron fue nombrar un Alto Comisionado para la Marca España. Trabajo no le va a faltar.

Las marcas son importantes, qué duda cabe. Yo les concedo gran importancia: si me pido un gin tonic quiero que la ginebra sea de una marca en especial. Si me compro una guitarra habrá de ser de una determinada marca de Nashville. Por eso, si alguien pide España ¿con qué encontraría? Pues depende de cómo se quiera ver nuestra "auténtica realidad", como se la ha contado el Rey a los periodistas estadounidenses o como la vemos otros: un país en el que sus políticos se dedican a crear problemas en lugar de resolverlos. Un país que pese a tener 5 millones de parados sigue mesmerizado con las cuitas futboleras de cada día. Un país que desprecia la cultura y la ciencia. Un país que lleva siglos regodeándose en el "que inventen ellos" y que ahora se ha instalado en el "que produzcan ellos", los chinos, los coreanos... Un país que celebra sus fiestas con carnicerías de animales a mayor gloria de las tradiciones. Un país abonado a la picaresca en el que algunos de sus deportistas de élite, no contentos con ser millonarios a los veinte y pocos años, se dedican a hacer trampas en las pruebas para conseguir el carnet de patrón de yate. Un país que ha enladrillado sin misericordia sus costas y que cifra su prosperidad en atraer casinos y parques de atracciones. Un país en el que los grandes evasores y defraudadores no tienen nada que temer: si no los indulta Zapatero, Rajoy les premiará su insolidaridad con una amnistía fiscal. Esa es España, paraíso del balconing, refugio soleado de todos los hooligans de la UE y alrededores. Una maravilla.

Es verdad que de un tiempo a esta parte hemos cambiado: hace apenas dos años venían aquí miles de inmigrantes a buscarse la vida. Ahora son los jóvenes españoles con estudios universitarios los que se largan Francia a hacer la vendimia. Todo un progreso.

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