Editorial

Medidas positivas, crisis grave

LA crisis de la economía española se agrava por días. Las malas noticias se acumulan, aunque ninguna como la espectacular subida del paro registrada en octubre: la máxima de la historia en un solo mes. El número de desempleados supera los dos millones ochocientos mil, cifra que no se recuerda en este país desde 1996. El comisario europeo Joaquín Almunia pronostica tres trimestres de recesión y siete de práctico estancamiento de la economía española. El paro es hoy un problema nacional -atención al dato nuevo de que cada vez son más las familias con todos sus miembros en paro-, y nuestro modelo de crecimiento, basado en sectores como la construcción y los servicios que crean intensivamente empleo en el ciclo alcista, lo hace más pavoroso cuando llegan las vacas flacas. Ningún gobierno puede por sí mismo resolver esta grave crisis, para la que existen remedios a corto plazo, sobre todo teniendo en cuenta su origen en el sistema financiero. Eso no quiere decir que los gobernantes puedan cruzarse de brazos a la espera pasiva de que escampe. Sería una irresponsabilidad política y moral. Lo inmediato es adoptar medidas de protección a los sectores sociales más débiles para afrontar la crisis. En este sentido, son positivas las iniciativas anunciadas por el presidente Zapatero para aliviar la situación de auténtica emergencia de los parados con hipoteca y autónomos en dificultades, la prórroga de la fecha de vencimiento de las cuentas ahorro-vivienda y las devoluciones del IRPF a los inversores en vivienda de menores rentas. También aumenta la bonificación a las empresas que contraten parados o pertenezcan a determinados sectores productivos considerados estratégicos. Son medidas, en todo caso, parciales e insuficientes, pero el vicepresidente Solbes ya matiza que no es posible generalizarlas porque el margen de política discrecional en esta materia casi se ha terminado. Eso da una idea de la gravedad del estado de cosas de la economía española. Urge, por lo demás, la puesta en práctica de los planes de rescate financiero, que habrán de suponer una inyección de liquidez que ayude a empresas y ciudadanos a salir adelante. Muchos españoles contemplan con temor e incertidumbre el futuro.

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