SI no hubiera clubes deportivos, ni partidos, ni liga, no habría, obviamente, fútbol. Y sin contraste entre escuelas docentes y científicas, ni confrontación libre de modelos universitarios, tampoco habría Universidad. Por eso me congratulo de tener ya dos proto-rectores y tantos amigos en sus respectivas plataformas. Tras una campaña electoral tan bronca y salpicada de gestos carentes del mejor estilo universitario, los candidatos Lodeiro y Payá son los finalistas para la votación del próximo jueves, con el 33,3 por ciento y el 27,4 por ciento de los votos emitidos. Alea iacta est, o casi.

Y es que, aunque estos días la gente haya andado dispersa por el acueducto inmaculado-constitucional, los finalistas siguen buscando votos conversos, disfrazados de argumentarios que a veces ruborizan, para acceder al Hospital Real, el mejor edificio rectoral de España, gracias al sueño cumplido de mi mentor y maestro, el rector Gallego Morell, y a las aportaciones de sus sucesores.

Ahora, cuando ha terminado la primera vuelta, la centralidad la ostenta la candidatura que, dentro de la transversalidad típica universitaria, me parece más académica y políticamente progresista, la del profesor González Lodeiro, a quien está correspondiendo la iniciativa de integrar con generosidad en su entorno a cuantos miembros y colectivos de las demás pueda, con la única y lógica limitación de no desnaturalizar ni despersonalizar los ejes fundamentales de su equipo ni, sobre todo, de sus programa. Y parece que, hasta el momento y para bien, ese es el camino emprendido con las otras dos plataformas apeadas de la contienda cuyo acercamiento al hasta ahora ganador me niego a aceptar que pueda deberse a un simple y triste mercadeo de votos.

También creo, ante la votación de mañana y de sus consecuencias previsibles, que urge restañar las heridas de la campaña y paliar la dispersión descontrolada del equipo rectoral saliente cuya mejor imagen no ha sido, por cierto, la ofrecida al final por David Aguilar, apoyando por sorpresa y puede que incluso a título personal al profesor Payá, el primero en desgajarse de su matriz rectoral y a quien, además, Lodeiro triplicó en votos del profesorado en la propia Facultad de Ciencias.

Se comprenderá por qué sigo en mis trece de estar más p'acá que p'ayá y votar a Lodeiro, sobre todo intuyendo su mejor papel al frente de la UGR, también en el escenario extrauniversitario, donde le va a corresponder intervenir en asuntos del calibre de la investigación genética y biosanitaria, donde somos un referente mundial, y en otros de gran calado urbanístico, como el modelo de la ineludible expansión territorial de los centros que tanta relación guarda con la preservación medioambiental de la Vega y del resto del Área Metropolitana. Y en diseñar e implementar una política social, deportiva y de ocio que merezca tal nombre, tanto por su contenido como por sus instalaciones.

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