La chauna

José Torrente

torrente.j@gmail.com

Mentecatos irresponsables

Se piensa que si no han roto la convivencia del todo, sí que, al menos, la han incomodado bastante

Hay que reconocer la mar de especialistas en Derecho que se han perdido las facultades universitarias de España. Dicho sea tras ver el océano de expertos que brotan en redes sociales, opinando con desatino y sin vértigo alguno de lo que pasa.

Era ingente la vorágine que exigía a Rajoy el encarcelamiento del Govern, con todo el harén de indepes que lo enarbolaban. Son los mismos que hoy le agradecen a la jueza de la Audiencia Nacional Carmen Lamela su decisión de poner a la sombra a los golpistas. Pero no reconocerán que le pedían a Rajoy lo que hoy le agradecen a una jueza. Acabarán entendiendo que lo de la separación de poderes en España va en serio, sin que sea necesario que Montesquieu se les aparezca en el tránsito. No desespero pensando que algún lugar del día habrá para aprender que Puigdemont es reclamado por la justicia española. Y no por el Gobierno.

Vengo de Cataluña y he comprobado sin que me lo cuenten cómo es de amplio el desencanto con los políticos que han inventado un problema donde no había ninguno. Vengo de allí donde la franca sinceridad me descubre una realidad nueva, forzada por la política, pero ajena al temerario ruido de la propaganda. He visto rutinas de siempre validadas por la costumbre, aunque dispuestas a cerrarse firmes contra la sinrazón de un inviable proyecto de país separado de España. La gente con la que he cafeteado y copeteado sin prisa, no está en ese vertiginoso mundo que nos retransmiten. Su vida es mucho más rutinaria de lo que nos explican los medios de comunicación.

Me lleva la consecuencia de lo visto a pensar que hay varios mundos en la imaginación de los políticos, pero solo uno en el día a día de la gente. Que hay expectación por lo que decidan las élites políticas o judiciales, sin duda, pero que se está especialmente atento al horario laboral y de ocio, al ajetreo habitual de la vida, al resultado de su equipo de fútbol, al bienestar de su familia o amigos, y también muy molestos por la preocupación provocada por sus políticos; por esas ilusiones de ciertos mentecatos irresponsables que han traído afrenta y discusión donde nunca hubo tanta fricción. Se piensa que si no han roto la convivencia del todo, sí que, al menos, la han incomodado bastante. Algo impropio de políticos al servicio de la gente, y no en su contra.

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