mirada alrededor

Juan José Ruiz / Molinero

Nacionalismos

EL presidente de la Generalitat ha convocado elecciones anticipadas con la idea fija de la 'autodeterminación'. Tras el 'problema vasco' -apaciguado con el fin de la violencia de ETA- surge el 'problema catalán', aunque en plano exclusivamente político. De todas formas conviene hacer una referencia a estos asuntos que han complicado la idea de España como conjunto, dentro de su rica variedad. El nacionalismo vasco, por ejemplo, tiene un referente ideológico en las teorías racistas y aldeanas de Sabino Arana, que concebía la supremacía de la raza por no estar contaminada por modernidades de ningún tipo, las 'aberraciones' del liberalismo y otras cuestiones que hoy no resisten una lectura seria. Con religiosidad ultramontana y fe de carbonero, Arana veía en el aislamiento de los vascos, uno de sus sellos peculiares. Lo contrario del nacionalismo catalán que defendía sus señas de identidad, no sólo en su riquísima lengua, sino en su contacto con Europa y la modernidad que le venía allende de los Pirineos. Y para qué hablar del nacionalismo andaluz que Blas Infante resumía mirando a España y a la Humanidad, como dice el himno de estas tierras.

Ya a finales del XIX Ganivet y Unamuno hablaban de las diferencias y el granadino le recordaba al vasco -y también españolista- que mientras por allí intentaban permanecer puros, él se enorgullecía de ser hijo de tantas influencias, culturas y talantes que habían pasado por este sur. Quizá, por ello, por aquí estamos más preparados para la tolerancia y, por lo tanto, para la modernidad, palabra devaluada porque ya no sabemos por la que vamos y, según el director de Analistas Económicos de Andalucía, Francisco Villalba, nuestra 'nación' tardará 30 años en converger con España al ritmo que vamos.

Claro que hay que congratularse de que los problemas nacionalistas hayan quedado limitados al ámbito político. Pero el tratamiento político también tiene sus límites que son la propia Constitución que la mayoría votamos con un ansia de concordia entre todos los españoles y el respeto a la variedad, pluralidad y riqueza de esta España multicultural. Pero una cosa son las autonomías -ahora se habla de federalismo- y otra la independencia. La España autonómica ha superado en competencias regionales a las de otros países que se consideran federales, caso de Alemania y para qué decir EE UU. ¿Qué interesa hoy más a los ciudadanos vascos, catalanes, gallegos y al resto de los españoles: aislarse o permanecer juntos en una nación fuerte que respete sus señas de identidad, lengua, cultura y gobierno? No creo que a vascos y catalanes les interese poner en riesgo sus mercados por un hipotético boicot 'español' o hasta que el Barça limite su liga a jugar con el Girona o el Vilanova i la Geltrú, cosa que, ironías aparte, es lo que a muchos les importa de verdad de este inoportuno guirigay nacionalista.

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