El micro ondas

Agustín Martínez

Otra Navidad

CUANDO ustedes lean estas líneas ya habremos superado la primera de las grandes citas de la Navidad. Los ágapes de empresa, las copas con los amigos y la cena de Nochebuena ya serán historia y comenzaremos a prepararnos para el segundo de los grandes excesos de estas fechas, el de fin de año.

Sin embargo, no en todos los lugares tienen tanta suerte y si nuestras preocupaciones se mueven entre conseguir el marisco de última hora, el vino de mejor calidad o el juguete de moda agotado, en las tres cuartas partes del planeta se trata simplemente de conseguir la supervivencia, de llevar un plato de comida a la mesa, un antibiótico a la cabecera de un enfermo o cualquier material bajo el que guaracerse.

Exactamente así es como está viviendo la Navidad la ciudad peruana de Ica, arrasada por el terremoto del pasado 15 de agosto, que dejó tras de sí más de mil víctimas y 20.000 viviendas derruidas. Allá en Perú no hace frío en Nochebuena. Es verano y el hielo sólo se siente en el alma de quienes se acercan a un panorama, que es la definición más exacta de la miseria en su máxima expresión.

Cuatro meses después del seísmo, el panorama sigue pareciéndose mucho al del primer día. Polvo, sudor y lágrimas, como aventuró Churchill a sus paisanos en la Segunda Guerra Mundial, y, sobre todo, resignación, desesperanza y desesperación.

La Navidad en ICA, a 10.000 kilómetros de Granada, se presentaba con la tristeza como bandera. No ha sido así. La UPA, que ya auxilió el pasado mes de septiembre a 25.000 personas, a quienes la generosidad de los granadinos permitió alimentar durante un mes, ha enviado este año una singular carta a los Reyes que en esta ocasión no han salido de Belén sino de Granada y, guiados por la Cruz de Sur, han llevado a Ica asistencia médica a quinientas personas abandonadas a su suerte, 50 sillas de ruedas a aquellos que llevaban meses sin poder moverse y diez mil juguetes a otros tantos niños que nunca olvidarán esta Navidad.

Esas personas nos piden que agradezcamos a los Reyes sus atenciones. Por eso quiero hacerlo en estas líneas a Puleva, Rober, Arenas, Cetursa, García Arrabal, Legumbres García, la OCG, el Orfeón de Granada, Los Ayuntamientos de Atarfe y Granada y a todas aquellas personas anónimas que con su generosidad han permitido que la Navidad en Ica sea un poco menos triste. No los olviden. La UPA continuará trabajando para ellos con la intención de que, después de haberles dado el pez, se les pueda ahora enseñar a utilizar la caña. Gracias y Feliz Navidad.

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