El juez de Menores Emilio Calatayud es, como dirían pequeños y jóvenes hoy, un personaje. La opinión que de él tiene la gente podría ser un buen marcador de las Españas: la de "orden", que le profesa devoción, y la "contrariosa", que no. Su discurso es de un natural que lo coloca en la incorrección política. Su Decálogo para convertir a los hijos en delincuentes hace furor entre mucha gente, en general gente partidaria de más autoridad y coerción sobre los niños que, según sostiene él, no son nenes buenos per se, y se nos van de las manos con internet y la pedagogía progresista: cree imprescindibles los sopapos "a tiempo", llama "moritos" a los menores magrebíes que juzga. No lo duda: a los tiranos domésticos mayores de edad hay que echarlos a la calle. Ahora ha encontrado otra vena con mucho bombeo mediático: la reinstauración de la mili obligatoria. Lo he sugerido yo mismo a veces, en plan dinamizar la tertulia, dicho en la jerga de la muchachada en vigor.

Vaya por delante que creo que todo ciudadano de un país debe saber lo que son el ejército y la defensa nacional, hacer un par de meses de instrucción con recuerdos periódicos, notar la estadística demográfica y la diversidad de su país, sentir un tiempo la escasez y la jerarquía incontestable. A quienes esto espanta, suele seducirle el mimetizado de frente popular: ejército al cabo. Serví en Transmisiones, y pasé varios meses -gloriosos- en mi desierto tártaro de la memoria; un resort caqui, espartanísimo y sin chicas, el Peñón de Alhucemas. Aunque no pocos de mis amigos más disciplinados, gentiles y prósperos no hicieron servicio militar alguno. La cosa tiene pegada, como bien sabe el juez y conferenciante manchego. Pero no es nada fácil. Y menos en este país. Reclute usted a un muchacho de la CUP o de Junts pel Sí. A un hijo de un batasunero borroka. O a un vitellone de cualquier región que lo tiene todo desde chico. Me da la risa.

Los países más socialmente decentes del planeta, los escandinavos, conservan la mili obligatoria: temen a Rusia, temen al terrorismo islámico instalado en sus perfectos barrios de periferia. España no teme a nadie de fuera: nuestro presupuesto en Defensa es ridículo comparado con nuestro vecino más (teóricamente) inquietante, Marruecos. Vamos de ricos a salvo de todo peligro exterior. Ahora Suecia recupera la mili forzosa. Un 70% de su población aplaude la medida. No sabe uno ya si están sus neuronas para aprender sueco. Siempre nos muestran la matrícula. Dicen que no existe la sana, así que será envidia sin más.

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