Rosa de los vientos

Pilar Bensusan

Nochebuena 'a dos velas'

ESTA, sin duda, puede ser la Nochebuena más recordada de los últimos tiempos, porque, exceptuados los afortunados a los que les ha tocado un buen pellizco en la lotería, que grabarán esta Navidad en sus vidas por motivos obvios, los mortales mil o dosmileuristas la vamos a recordar por razones bien distintas; y meto en el bombo también a éstos últimos porque, si el subidón de precios sigue a este ritmo, las 300.000 pesetas de antes no van a dar nada más que para pipas y ni los hipotecones con conejo son más llevaderos ni el préstamo, las tarjetas, la luz, el agua o el teléfono se pagan con mantecados, ni el evitar la Solbes-propina en estas fechas nos va a propiciar llegar a final de mes.

Hace tres días se me ocurrió la extraña e inusual idea de ir a hacer unas comprillas de comida para esta Navidad; tomé la trascendental decisión porque, hasta ahora, lo normal era comer por estas fechas y no hacer la dieta del conejo. Pues bien, nada de delicatessen de gourmet ni de ostras, angulas o manjares semejantes exclusivamente al alcance de los más pudientes, sólo me permití el lujo de coger unos langostinillos, una selección de ibéricos en un ridículo paquetillo, un poco de pavo y sidra El Gaitero, que está buenísima. Aparte, me llevé los típicos dulces navideños: turrón, mantecados, polvorones y alfajores y un par de piñas para los postres. Llené un carro y cuarto pensando en no tener que volver al 'súper', al menos, hasta Nochevieja. Pero lo peor estaba por llegar: la señorita que tan amablemente te atiende en la caja, tras pasar los productos, todavía tenía que darme la Navidad y lo hizo en el exacto momento en que me comunicó lo que tenía que pagar por que mi familia comiese un poquito diferente estos días: 325 euros. Hace unos meses, uno llenaba un carro con 130 euros, que ya es un pastón, concretamente 21.630 pesetas, pero es que ahora se necesitan 50.000 para idéntica operación y, si bien es cierto que en Navidad suelen subir los alimentos y también compramos algunos artículos excepcionales, los precios se han desbordado de manera increíble, cuando lo peor, según dicen los expertos, está por llegar en enero, febrero y marzo.

Que la crisis se nota es evidente, esta es la Navidad en que menos gente he visto por las calles y en los comercios haciendo sus compras. Es lógico: después de palos como el del supermercado, a muchos nos van a quedar sólo unos ridículos euros para poder dedicarlos a un capítulo tan importante y tradicional como el de los regalos.

En fin, que pasen una feliz Nochebuena 'a dos velas', porque todavía nos queda estrujarnos el bolsillo para fin de año y Reyes.

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