Esta boca es tuya

Antonio Cambril

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Noticiones

Cuenca, que sólo cuenta con 7 concejales y no da abasto para atender sus tareas, va a optar a la Secretaría Local del PSOE

Desde la adolescencia suelo leer los periódicos empezando por la contraportada. Imagino que la costumbre está relacionada con mi afición por el columnismo, con una innata propensión al caos y con un intento de relativizar la información, de discutir la jerarquía concedida por los editores a las noticias, que acabé exportando a otros medios de comunicación como la radio o la televisión. Así, presto atención detenida a sucesos aparentemente menores y desprecio en ocasiones las noticias-río que ocupan varias páginas en los diarios o cuartos de hora en los informativos audiovisuales. Me sucede ahora con piezas que se despachan con prontitud, como la pretensión de Francisco Cuenca y olé de ocupar la Secretaría Local del PSOE. La cuestión no es baladí. El alcalde, que sólo cuenta con siete concejales, que no da abasto para atender sus tareas y que funciona con un presupuesto prorrogado en una ciudad al borde de la quiebra y la intervención, lanza un mensaje inquietante con esta candidatura. Nos dice que va a restar tiempo a sus obligaciones, el que le dedicará necesariamente al cargo orgánico, y que está buscando refugio y continuidad política por si vienen mal dadas en las próximas elecciones. Un mal pensado apuntaría que anda más preocupado por sus intereses y los del partido que por los de la ciudad.

Otra noticia aparentemente minúscula. Se conceden los premios anuales de hostelería y reparo en que llevan el nombre del reverenciado duque de San Pedro de Galatino. Este detalle cuenta también mucho sobre Granada y los granadinos. Julio Quesada-Cañaveral fue señor de Láchar y un aristócrata dotado de un espíritu vivo y emprendedor que ejerció de político y empresario. Pionero de la industria azucarera, trazó la línea sobre la que circuló el tranvía de la Sierra y construyó allí el Hotel del Duque. Pero a él también hay que atribuirle la conversión de Granada en la ciudad del Alhambra Palace: siguiendo la tradición de Carlos V, pero con muchísimo menos gusto, construyó un descomunal pastiche en la Colina Roja violentando cualquier criterio de armonía arquitectónica y urbanística. Un cuerpo extraño y presuntamente mimético. Un gran hotel, con unas vistas, unas instalaciones y unos cócteles extraordinarios, que tapa la visión de la Alhambra (y se confunde con ella) si se la mira desde el sur. Pero ninguna de las decisiones del duque ha sido jamás cuestionada en una ciudad rendida al culto a la personalidad, especialmente si la personalidad luce apellidos largos y compuestos.

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