La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Oscuridad del corazón

Siempre habrá una causa perversa que seduzca a los jóvenes ofreciéndoles una razón para vivir y para matar

Cómo es posible, se preguntan los bienintencionados, que jóvenes con nacionalidad europea, educados en nuestros colegios, hijos o nietos de pacíficos inmigrantes integrados, se dejen seducir por el veneno islamista (no es necesario añadir fundamentalista o yihadista, sería una reiteración porque según la RAE islamista significa partidario del integrismo musulmán)? Es una de tantas preguntas que desconocen la historia. Parece lógico, y se arguye como causa, que se dejen seducir los jóvenes marginados no integrados en los diferentes países europeos o los que viven en países de Oriente Medio que a sus carencias históricas y pobreza suman las guerras o desequilibrios generados por torpes intervenciones occidentales. Sin embargo, no es infrecuente que jóvenes musulmanes europeos de familias integradas y relativamente acomodadas también caigan en las redes islamistas. ¿Cómo es posible esto se preguntan quienes buscan las causas en factores siempre externos, incurriendo en ese masoquismo tan nuestro de culpar a Europa, olvidándose de la naturaleza humana?

Pues miren ustedes, hay que responderles, muchos de ellos son seducidos por el yihadismo como los cultos y acomodados jóvenes italianos de los años 20 lo fueron por el fascismo o como los cultos y acomodados jóvenes alemanes de los años 30 lo fueron por el nacionalsocialismo. ¡Pero aquella era la convulsa Europa de entreguerras! Vale. Pues como los cultos y acomodados jóvenes de la democrática y desarrollada Alemania de los años 70 y 80 fueron seducidos por el terrorismo de la banda Baader-Meinhof, como los cultos y acomodados jóvenes de la democrática y desarrollada Italia de los 70 y 80 lo fueron por el terrorismo de extrema izquierda de las Brigadas Rojas o el de extrema derecha de Orden Nuevo, o como los cultos y acomodados jóvenes vascos de la por fin democrática España de los años 80 y 90 lo fueron por el terrorismo de ETA, más asesino en democracia que bajo la dictadura. La maldad está en el ser humano, aguardando su ocasión para desplegarse.

Siempre habrá una causa perversa que atraiga a los jóvenes ofreciéndoles una razón política o religiosa para vivir y para matar (la embriaguez del mayor poder que existe: ser dueño de la vida de los otros). Una causa tan justa y tan verdadera que legitima el exterminio de quienes se oponen a ella o la ignoran. No le den más vueltas. Antes de buscar otras causas, que también existen y son importantes, miren la oscuridad del corazón.

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