LA constitución, ayer, de los ayuntamientos andaluces surgidos de las elecciones locales del 22-M, y pronto la de las ocho diputaciones provinciales, ha dibujado un panorama político sustancialmente distinto al que perfilaron las urnas hace cuatro años. El espectacular avance del Partido Popular es la principal novedad. El PP ha logrado las alcaldías de las ocho capitales de provincia y las de las ciudades de Jerez, Algeciras y Marbella, ha penetrado en las ciudades medias y pueblos del interior y se ha hecho con el control de cinco diputaciones, uno de los instrumentos fundamentales del poder local. De este modo, el primer partido de la oposición se sitúa en muy buenas condiciones para disputarle la hegemonía regional al PSOE, el partido que ha ganado todas las elecciones autonómicas (en tres ocasiones, con mayoría relativa). Es la primera vez que los populares ven sus aspiraciones alentadas por numerosos datos de la realidad política andaluza. Al otro lado de la balanza se ubica el Partido Socialista, perdedor de las elecciones municipales del 22-M por mucho más porcentaje del temido, abrumado por el desconcierto y sin una cobertura nacional mínimamente favorable, dado el deterioro del Gobierno Zapatero y la crisis que atraviesa el PSOE a nivel federal. Aunque la tentación de utilizar el poder local contra el adversario autonómico es demasiado atractiva, el PP no debería olvidar que los andaluces han elegido a sus alcaldes para que se ocupen fundamentalmente de resolver los problemas de sus convecinos. Es verdad que algunos de los problemas más graves no dependen de los ayuntamientos, pero el buen gobierno de éstos exige una política de austeridad, transparencia, reducción del gasto superfluo y redimensionamiento de las plantillas que habrá que acometer para no derfaudar la esperanzas de la ciudadanía. Los populares han recibido, en efecto, un aval extraordinario, no un cheque en blanco para aplicar una política de crispación institucional y uso de los consistorios como arietes frente a otros poderes que ahora siguen en manos de sus oponentes (en la Junta y en el Gobierno de la nación). Por el contrario, una gestión eficaz y honesta en los ayuntamientos conquistados sería la mejor carta de presentación del partido de Javier Arenas ante las elecciones andaluzas, además de su efecto positivo con respecto a las posibilidades de Rajoy de acceder a la Moncloa.

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