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Luis Chacón

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Patrimonio y sociedad civil

La ineficacia y la desidia han provocado otra pérdida irrecuperable al patrimonio histórico de la ciudad

La serpiente informativa del verano granadino ha sido el ascenso y caída del viejo Hotel Montecarlo que alcanzó las más altas cotas del ser lorquiano y acabó demolido a golpe de piqueta en una calurosa noche de estío. Cierta intelectualité, tan fetichista en lo que a Lorca se refiere que un día pondrá el grito en el cielo si se rompe algún botijo que tocara el insigne poeta, se lanzó a enviar cartas a los periódicos y a publicar sus llantos en redes sociales. Cuando quedó claro que allí jamás había vivido la familia García Lorca surgió la idea de preservar el inmueble en función de su valor intrínseco, dadas sus especiales características, propias de un momento histórico de la ciudad del que casi no quedan referencias. Sea como fuere, y una vez más, la ineficacia de las instituciones y la desidia de la sociedad civil han provocado otra pérdida irrecuperable al patrimonio histórico de la ciudad. Una ciudad que quiere creer en un Ayuntamiento habitualmente insolvente, como en otras instituciones provinciales, autonómicas o nacionales, no siempre dispuestas a velar por un ingente patrimonio cultural. Y también, una ciudad cuya sociedad civil es tan experta en quejas como bisoña en hechos.

En 1836 se decidió trasladar la Universidad de Alcalá de Henares a Madrid y en una decisión muy propia de la época, el gobierno, como casi siempre arruinado, vendió los edificios al mejor postor. Quince años después, el paraninfo era ocupado por los caballos del conde de Quinto, se había demolido algún arco de gran tradición y se rumoreaba que la fachada de la Universidad iba a ser desmontada y trasladada fuera de Alcalá. Y hasta aquí lo soportó el orgullo de los alcalaínos. Crearon la Sociedad de Condueños con un capital de 90 mil reales dividido en 900 láminas de 100 reales que sólo podrían transferirse entre vecinos de la ciudad y con la condición de que nadie pudiera ser titular de más de diez. El único objeto de dicha sociedad fue conservar el excepcional conjunto arquitectónico de la Universidad fundada por el Cardenal Cisneros hasta que se reabriera. Se solicitó en 1854 y se concretó unos pocos años después. En 1977.

Una pequeña ciudad como Alcalá de Henares fue capaz, hace siglo y medio, de preservar su patrimonio con el esfuerzo de unas gentes orgullosas de su pasado. ¿Seríamos capaces de hacerlo los granadinos? ¿O lo de poner algún dinero ya nos viene peor que quejarnos?

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