Ojo de pez

Pablo Bujalance

pbujalance@malagahoy.es

Patriotas

No se trata de comprobar quién la tiene más grande, sino de construir una España llena de personas libres y capaces

Confieso que aguardaba con interés la presentación del proyecto de participación "transversal", pensado "para todos los españoles, independientemente del partido al que voten" (en palabras de algunos de los responsables del partido), que Ciudadanos presentó ayer en Madrid con Albert Rivera al frente a modo de plataforma para la "regeneración" del país. Y será que uno no se ha terminado de caer del todo del guindo, pero me llevé un chasco monumental cuando comprobé que la presentación susodicha no fue más que un alto de exultación patriótica, con Marta Sánchez abanderada cual nueva musa nacional gracias a su interpretación del himno y con una llamada de Rivera al "patriotismo ciudadano" que no hizo más que dar la razón, tristemente, a quienes vienen comparando a la formación naranja con Falange. Al parecer, la regeneración prometida no es un Estado más eficaz, ni un sistema más igualitario, ni siquiera una economía más competitiva, sino esta nostalgia doméstica de escudito rojigualdo en la solapa que Rivera invita a airear "sin complejos", como si todo lo que sale del armario tuviera valor sólo por manifestarse. Leyendo ayer las noticias, no podía dejar de recordar a Félix Ovejero y a otros firmantes de aquel manifiesto que significó el germen de Ciudadanos. Su chasco debió ser mayor.

Porque si la cuestión es hacer frente al nacionalismo catalán a base de nacionalismo español, igual cabe recordar que no hay un nacionalismo mejor que otro: todos son igual de lamentables y de destructores. No se trata de comprobar quién la tiene más grande, sino de construir una España llena de personas libres, responsables, capaces, cultivadas y educadas, que encuentren una administración a la altura de su talento y que no conozcan más límites a la hora de crecer que los de su propia acción. Se trata, ay, de demostrar a los nacionalistas catalanes que ellos no tienen razón y nosotros sí. Pero si la respuesta es el orgullo patriótico de banderita y canto tribal futbolístico, no hacemos otra cosa que justificar el supremacismo regional que tanto nos asusta por racista. Decía Albert Rivera que por donde quiera que va no ve sino españoles, y hace mal. Debería ver personas. Gente con derechos y obligaciones. Ciudadanos que deben responder al presente con sus actos sin ampararse en trapos coloridos para escurrir el bulto. Incluso, si quiere, desde una óptica liberal que no entraría en contradicción.

Este patriotismo nos devuelve aquella España de pícaros y ganapanes o, como afirmó Samuel Johnson, de canallas. Adivinen quién se lo lleva calentito mientras tanto.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios