Esta boca es tuya

Antonio Cambril

cambrilantonio@gmail.com

Pedro el Grande

Tendrán que emplearse a fondo, no ya para vencer por aclamación, sino para obtener un voto más que él en las primarias

No fue un acto, fue una potencia, fue una manifestación, fue un estruendo. Un millar de militantes y simpatizantes abrigó ayer a Pedro Sánchez durante la defensa de su candidatura a la secretaría general del PSOE en el hotel Barceló de Granada. Los asistentes, los valedores de las obviedades del socialismo, del "sí es sí" y del "no es no", aplaudieron a rabiar y cantaron La Internacional del cabo al rabo: en pie, puño en alto, verso a verso, estrofa a estrofa, como cuando entonces. Las viejas canciones no han sido olvidadas, permanecían escondidas en el desván de la memoria que ha revuelto la crisis.

Si algo queda claro tras visionar los vídeos colgados en las redes, el de Granada y el de Murcia, donde actuó Susana Díaz, es que se ha abierto una falla entre las bases y los cargos, que "son otras las intenciones y son otras las palabras". Hay un PSOE radical (fiel a sus raíces) y partidario de políticas decididas de izquierdas, y hay otro PSOE dispuesto a continuar el largo viaje hacia el centro del espectro político desplazado, como el sistema, hacia la derecha. Hay un PSOE convencido de que la Tercera Vía conduce a la insignificancia y el precipicio de la historia, y hay otro PSOE, más taimado, que no verbaliza lo que piensa, seguro de que "el mundo es el que es" y no cabe salvación fuera de la globalización neoliberal. Hay un PSOE que entiende que la alianza o entendimiento con los partidos conservadores lo transformará en una fuerza residual, como ha sucedido en Holanda o Alemania, y hay otro PSOE que ha preferido abstenerse y dejar gobernar a Mariano Rajoy antes que pactar con las organizaciones de izquierda. Hay un PSOE que confía en vencer a las élites burocráticas de las que ya reniega, como ha sucedido con Corbyn en Gran Bretaña o Hamon en Francia, y hay otro PSOE, el de los barones, acostumbrado a poner y quitar candidatos a su antojo.

Para quienes consideran que antes de alcanzar el Gobierno conviene rescatar el partido, y cambiar los usos y los cuadros, el ex secretario constituye la última esperanza. Sánchez, al que algunos llamaban con chunga el Altísimo, se ha convertido de repente en Pedro el Grande. La Ganadora, los cargos, los sueldos, la nomenklatura toda, tendrán que emplearse a fondo, no ya para vencer por aclamación, que parece imposible, sino para obtener un voto más que él en las primarias.

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