La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

¿Quizás Pedro es incorregible?

Una semana de Pedro: guiños al independentismo, codazos cómplices a Podemos y rechazo al tratado con Canadá

Los primeros pasos de Pedro Sánchez (segunda edición) al frente del PSOE revelan que su ambición es tan intensa como su inanidad intelectual y política. En una semana ha evidenciado su voluntad de construir una organización de carácter cesarista sobre las ruinas del partido anterior, ha guiñado al independentismo catalán imponiendo el concepto del Estado plurinacional, se ha acercado a Podemos resucitando la idea fracasada del pacto tripartito con Ciudadanos y ha negado su apoyo al acuerdo comercial UE-Canadá situándose al lado del populismo antisistema europeo. ¿Hay quien dé más?

Dejemos, de momento, el apartado orgánico. La mano tendida al proceso secesionista de Cataluña -que, repito, no será suficiente para apaciguar las exigencias de los que quieren romper España- tiene tanta carga de oportunismo que invalida su cautela de que la nación de naciones es compatible con el rechazo al referéndum de Mas y Junqueras. Este hombre es muy capaz de defender la soberanía nacional única y, a la vez, cruzarse de brazos en cuanto el Estado adopte medidas coercitivas contra la celebración del referéndum. Lo acaba de decir su secretaria de Cohesión Social: si se aplica el artículo 155 de la Constitución para suspender en parte la autonomía de Cataluña, pedirá ayuda internacional contra el Gobierno español. El segundo sueño dorado de los indepes.

En el ámbito de la política nacional, Sánchez se revela inasequible a los mandatos de la realidad. ¿Que Ciudadanos y Podemos no quieren ir de la mano para quitar a Rajoy y ponerle a él de presidente mediante una moción de censura? Pues se intenta por otra vía: una mesa del cambio que junte a los tres partidos para liquidar las leyes y reformas del PP y así, practicando y paso a paso, se abrirá camino la necesidad de la moción que ha de llevarle a la Moncloa. En paralelo, se propinan a los podemitas cariñosos codazos de complicidad, como el increíble, y repentino, rechazo al tratado con Canadá, que es lo mismo que rechazar un tratamiento europeísta y socialdemócrata de la inevitable globalización económica y social. Es una complicidad hipócrita: todo está pensado para arrebatarle a Podemos los dos millones de votantes socialistas que Podemos le ha birlado al PSOE en este tiempo.

De Pedro se va a poder decir lo que decía Borges del peronismo: no es ni bueno ni malo, es incorregible.

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