Performance de la independencia

Es ese arte actuado, barato por lo general, tan de moda hoy, que requiere la acción de los propios espectadores

El lunes estuve en el Aeropuerto del Prat. El vuelo en el que debía viajar se retrasó varias horas, así que pude pasearme por la Terminal 3. En esos paseos, observé algo llamativo: una especie de obra artística que destacaba en medio de los pasillos del aeropuerto. Desde lejos, se podía ver una cama matrimonial enmarcada por un cuadrilátero de madera y cristal. La cama estaba vacía, sin nadie acostado en ella, aunque hecha, con sábanas coloridas. Al acercarme, busqué la tienda que la vendía, pero no la encontré. Tampoco parecía formar parte de ninguna exposición. Era un misterio. Hasta que, en una esquina del marco, leí una información acerca de que más de 6.000 apartamentos turísticos de Barcelona son ilegales. En lugar de la firma de algún artista, en aquella pretendida obra de arte aparecía la firma, única, del Ayuntamiento de Barcelona.

Para combatir el turismo ilegal, el Ayuntamiento barcelonés parece haber optado, no por los métodos tradicionales, esos clásicos folletos o carteles explicativos (no vi ninguno en el aeropuerto), sino por uno más vistoso y rompedor, y quizás más barato. Un método que podríamos llamar de performance artístico-político.

Performance, lo sabemos, es ese arte actuado, barato por lo general, tan de moda hoy, que requiere la acción de los propios espectadores. En el de la 'Cama aeroportuaria contra el turismo ilegal' (así podríamos titularla) se han abaratado los costes de tal modo que se prescinde incluso del artista, siendo los propios políticos quienes diseñan, protagonizan, ejecutan y firman la obra. Esta 'Cama aeroportuaria' me recordó, salvando las distancias, al referéndum catalán. Como aquella, este es, también, una performance artístico-política, firmada, protagonizada y ejecutada por el poder político.

En los tiempos actuales se ha puesto en entredicho lo declarativo. Porque lo declarativo remite a la mascarada, al vacío. Así que lo valioso es el performance, actuar, actuarlo todo: el sexo, la identidad, la independencia. Pero hay un problema grave, creo, si el performance lo protagonizan los políticos. Porque ese performance actuado por el poder político pierde todo sentido, carece de legitimidad y remite no solo a la peor mascarada sino, también, a lo totalitario. Ahí está, si no, ese performance de la independencia, donde en vez de actuar libremente, los espectadores deben convalidar esa mascarada de obra artística creada por el poder.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios