Los nuevos tiempos

César De Requesens

crequesens@gmail.com

Perspectiva de ciudad

Desde fuera todos ven grandes posibilidades que desde dentro son problemas. Conviene salir y entrar, de lejos se ve más claro

Sales una temporada de Granada y te encuentras incluso en París a gente que la conoce mucho mejor que los de tu propia ciudad. Y hasta la aman como si no hubiera otra en el mundo a la que amar. Se percibe un sentimiento sincero. Traspasas la frontera física y mental del localismo y tomas conciencia de que vivir y trabajar por ella no es sólo privilegio sino un compromiso de revelar al foráneo algo más que la imagen romántica, exótica de este destino que los touroperadores eligieron a falta de países árabes seguros.

En este deber entra ser un poco aguafiestas. Sin pasarse, ojo. El cuento de Granada, esa joya que todos guardan en la memoria como el lugar de su viaje enamorado, o su tiempo de Erasmus en el que fueron felices con el mero estar, es un intangible a mantener, pero sin engañar. La ciudad se queda atrás en casi todo; cuesta llegar si no es por carretera confinada como está en el olvido de unas administraciones hartas de quejío e inanidad. Hay que reconocer que, turismo de tapas y juergas aparte, Granada está de pena en renta y trabajo. Lo que se emprende es flor de un día, como el monstruo aquel del Nevada que cuentan ya que reduce personal.

Cantar las glorias de la patria chica no quita dolerse de sus miserias. Eso es bajarse del cuento para estar en lo real. Desde fuera todos ven grandes posibilidades que desde dentro se tornan problemas. Conviene salir y entrar porque dicen que de lejos todo se ve más claro, sin perder el camino de vuelta, como canta Serrat o practican los hobit, sabedores de que tener raíces vale tanto como saber volar.

Granada, la sin par que enamoró a una reina que la amó más que a su vida, la del Gran Capitán y tantos que se quedaron ya por siempre, tiene en su debilidad la fortaleza para pasar de ciudad-problema a ciudad-solución, a modelo de ciudad solo con pasar de la contemplación a la acción y a dejar de desconfiar.

Es posible la trasmutación. Málaga se hizo ciudad destino después de ser solo lugar de paso. Por tener una idea de ciudad y un alcalde que se dejó el pellejo y el prestigio en el empeño, conectándola con lo de fuera para cambiar de raíz la ciudad.

Hay una Granada soñada, otra posible, otra real. Hay muchas a las que volver como ese espacio en la memoria en el que poder habitar.

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