Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

Plurisentimiento

Da miedo que un posible presidente confunda un concepto político, como es el de nación, con uno sentimental

Aun ya pasados algunos meses desde la improvisada respuesta de Pedro Sánchez a la pregunta "¿qué entiende usted por nación?", al recordarla -"Es un sentimiento"- lo embarga a uno una sensación de apuro y desconsuelo. Tuvo sus dudas, claro; es evidente que Sánchez no manejaba el concepto con solvencia. Eso le puede pasar a cualquiera. Sucede que él no es cualquiera: muy bien podría más pronto que tarde ver la tele repantingado en el capitoné de la Moncloa si es capaz -como nos maliciamos muchos- de hacer lo que sea por alcanzar la Presidencia, creando la coalición jaula de grillos más diversa de la Transición, y sólo comparable a algunas del anterior periodo democrático, la Segunda República: socialdemócratas, comunistas, independentistas en modo raza, independentistas en modo nieto de emigrante radicalizado por ser alguien en su nueva patria. Es lícita la aritmética de las urnas. Pleitesías del menos malo de los sistemas posibles, como solemos llamar a la democracia parlamentaria.

Lo que no es de recibo, y además da miedo, es que un posible presidente del Gobierno confunda un concepto político, como es el de nación, con uno sentimental. Con esa visión, cualquier hinchada o afición merece ser denominada así: nación aizkolari, nación bética o penibética, nación familia Adams. Por esa vía tan poco socialista, tan nacionalista y, seamos francos, arbitraria y causante de enormes males históricos en el mundo, no podemos esperar más que convulsión y enfrentamiento. Sánchez busca su lugar bajo el sol de la oferta de un arco político mutado y con la guadaña del soberanismo catalán -he ahí la cuestión-silbando, segando. El PSOE de Sánchez busca con ansia ofrecer un producto diferenciado. Cuando el formalismo se antepone a las ideas -que se maquillan o impostan-, surgen guirigáis conceptuales, frankensteins ideológicos, ya de urgencia. Y de la identificación de nación con sentimiento llegamos a la plurinación o, ya puestos, al plurisentimiento: "Qué golpe has tenido, pedazo de concepto", le dirían al genio en el Comité de marras. No ya que la plurinación convierta al Estado español y a la mundialmente reconocida durante siglos nación española en gaseosa que, a corto plazo, perderá toda su fuerza. Sino que hace el caldo gordo a quienes insultan a los españoles individualmente y como país "autoritario" y retrasado, se guasean desde la autoridad policial autonómica de "España", o pitan himnos. Qué grandeza la del divino y muy catalán Johann Cruyff: "A quienes pitan los himnos les falta un tornillo". El sentimentalismo es lo que tiene.

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