Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

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Pobres, pero honrados

"Pobre, pero honrado", resume la teoría de Marx y Engels: lo que piensan los ricos, también los pobres

No sé en qué prontuario marxista o en qué manual de historia social de la Literatura leí que el viejo honor caballeresco y feudal tuvo que hacer sitio, en plena Edad Media, a una nueva virtù -a un valor nuevo- la onestà burguesa, el honor del mercader, que venía a competir con la nobleza de sangre, la nobilitas aristocrática. Y que fue en la Italia bajomedieval, con su mosaico de florecientes repúblicas y señorías urbanas, donde comienza a construirse e implantarse este nuevo concepto, estrictamente laico, asentado sobre el poder que otorga el dinero, frente al que, en el antiguo régimen, confería la sangre y la Iglesia. La honestidad, regirá las relaciones de comerciantes, artesanos libres y personas no sometidas a la jurisdicción señorial. Alguna de sus reglas: respeto a la palabra dada, pago puntual de las mercancías, usura prudente, respetar a las mujeres casadas para no liar las herencias ni meter en casa genes callejeros… No me extenderé en esto, que ya lo hizo W. Shakespeare en El mercader de Venecia, y para que me voy a meter en camisa de once varas. Sí conviene decir que esta virtud de burgueses y comerciantes adinerados, después, se convirtió en un modelo para los pobres, que no tenían nada que vender ni nada que comprar ni genes que blindar. Marx y Engels lo explicaron así: "Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época; o, dicho en otros términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante". ¿De qué les sirve a los pobres ser honestos como buenos burgueses? Más bien les perjudica. Tendrían que ser radicalmente deshonestos con los ricos, con los explotadores. Y dirán ustedes, y con razón, ¿y a qué viene este coñazo mañanero? Pues porque los últimos sondeos del CIS me han llevado a hacerme esta pregunta en mi fuero interno -que es donde uno se hace las preguntas-: ¿cómo seguimos votando a partidos que nos roban sistemáticamente? Y es que la apropiación indebida de dinero público se ha convertido en la virtù de nuestros gerifaltes. Y a nosotros, como muy bien explicaron Marx y Engels, los que nos roban y nos dominan, han terminado por meternos en la cabeza que lo que nos conviene es que nos sigan robando. Y que deberíamos imitarlos, aunque carezcamos para hacerlo de las ganzúas que a ellos les sobran.

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