La chauna

José Torrente

torrente.j@gmail.com

Policías

Resulta inaudito tener que soportar a 'sindidesacatos' dejando constancia de su intolerable odio antipolicial

Tres personas permanecían retenidas en un vehículo fuertemente golpeado por la riada en Guillena. El cabo primero de la guardia civil Diego Díez se volcó en las labores de rescate, arriesgando su propio ser en la maniobra. No logró resistir las embestidas del agua y fue arrastrado hasta que se le perdió de vista. Entregó su vida porque su obligación era salvar la de los demás. 28 años como guardia eran su acaudalada experiencia. Hubiera cumplido 53 años el 6 de abril.

El teniente coronel de la gendarmería francesa Arnau Bertram, de 45 años, no puso en juego la vida de nadie sino la suya propia cuando se dispuso a ser intercambiado por una de las rehenes que secuestraba un yihadista en aquel supermercado francés de Trèbes. Se ofreció él mismo, por esa condición que adquieren quienes se dedican a salvaguardar los derechos y libertades de los demás, incluso con el riesgo de perder la propia vida en el empeño. Murió por las graves heridas recibidas cuando fue tiroteado por el terrorista.

La visita del Spartak de Moscú a Bilbao se convirtió en batalla y acabó en tragedia con el fallecimiento del ertzaina Inocencio Alonso, de 51 años, durante los incidentes que se produjeron en los alrededores del campo de San Mamés. El agente, que velaba por la seguridad de los demás, fue asistido por sus compañeros tras sufrir un infarto. Murió ocupado en garantizar nuestra libertad controlando a unos radicales violentos que a sí mismo solo se llaman fans.

Mame Mbaye sufrió un infarto caminando por Lavapies. Fueron dos policías locales los que intentaron salvar su vida, aunque hubo quien los acusó de provocar su muerte. Su esfuerzo urgente fue en vano. A pesar de su profesionalidad, los agentes han sufrido el desprecio y la vileza de sus propios jefes políticos municipales.

Constan más sacrificios policiales. Vidas arriesgadas o perdidas para garantizar nuestra propia seguridad. Nuestra gratitud es infinita, como para tener que soportar hoy a políticos minoristas y a sus sindidesacatos dejando constancia de su intolerable odio antipolicial. Politichachis que han preferido la rentabilidad electoral de su demagógico discurso antes que reconocer con su apoyo a quienes garantizan que la ley y el orden se cumplan. Claro, hasta que vean peligrar su propia integridad. Ese día marcarán, sin dudar, el 092.

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