Polipedro

Al socialismo de Pedro Sánchez le ocurre como al gran poeta venezolano Eugenio Montejo: "A cada paso aquí soy otro"

De entre todas las fórmulas de regeneración de que dispone el PSOE, don Pedro Sánchez ha escogido la única que no le permite el socialismo. Quiero decir que la plurinacionalidad propuesta por el señor Sánchez quizá lo transforme en pluricandidato, en un vibrante y enérgico Polipedro. Pero también, y por los mismos motivos, esta España multípara y en escisión que propone el señor Sánchez hará de él un pluricabecilla tribal y no la cabeza impar, la voz tonante, grave, decisiva, que aún necesita la España popular y el escéptico vivero de las clases medias.

Cuatro décadas de generosidad democrática, y una llamativa indigencia intelectual, han convencido a buena parte de la izquierda de que el nacionalismo es progresivo, altruista, libertario. Lo cierto, sin embargo, es que el nacionalismo es difícilmente democrático y abiertamente reaccionario. Por fortuna para una mayoría de catalanes, es la Constitución española la que aún preserva sus libertades, y la que impide que la autoridad competente se meta a regular sus vidas y opiniones, como era costumbre en el antiguo régimen (y no me refiero, obviamente, a Carlos III y su despotismo ilustrado). Por una extraña paradoja de la Historia, lo que era una abominación del franquismo (un señor decidiendo -¿con qué autoridad?- quiénes son los buenos españoles y cómo es la manera correcta de serlo), parece una excelente costumbre si son los nacionalismos periféricos quienes la infligen a sus administrados. Por otra parte, debemos recordar que este viejo ideario burgués, xenófobo y clasista, ha sido el enemigo natural de la izquierda hasta que todo se confundió, vertiginosamente, con el triunfo de las ideologías de masas.

De ahí que uno se pregunte cuál es la ventaja, el hallazgo, la iluminación, que ha llevado al señor Sánchez a esta compartimentación, digamos cultural, de un partido de clases. O visto desde otra faceta del poliedro español: ¿por qué un socialista catalán debe demostrar su catalanidad, cuando el socialismo, y el propio concepto de democracia, eluden la restricción y el prejuicio, la intención gregaria y el orden vertical del linaje? ¿Qué tipo de socialismo es ese, centrado en el espíritu nacional, en sus considerandos, rasgos y excepciones, y no en la realidad social de sus compatriotas? Uno entiende que al socialismo del señor Sánchez, metido a caudillo numeroso, quizá le ocurre lo que al gran poeta venezolano Eugenio Montejo, hijo tardío y voz ultramarina del viejo Heráclito: "A cada paso aquí soy otro".

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