Extramuros

José Antonio Montilla

Política de foto y enfrentamiento

EXISTE una política con minúsculas, en la que la foto y el enfrentamiento se anteponen al tratamiento serio de los asuntos y la búsqueda de acuerdos. Un ejemplo paradigmático de esa forma de hacer política, contra la que habría que luchar por el bien de nuestra democracia, la hemos tenido estos días en Granada con la convocatoria unilateral por parte del alcalde de una reunión con los alcaldes del Área Metropolitana.

Cuando una persona, en cualquier ámbito de la vida, convoca a otras veintiséis a una reunión para hablar sobre problemas comunes y sólo le confirman la asistencia siete debe replantear el encuentro. Salvo, claro está, que con la convocatoria no se pretendiera buscar acuerdos sino precisamente expresar el conflicto, para lo que vienen muy bien las ausencias. Pero incluso si, a pesar de todo, se hace la reunión con una ínfima parte de los convocados, para luego jugar al victimismo en otra muestra de alta política, por lo menos debe prepararse seriamente el encuentro, documentar los asuntos a tratar y alcanzar acuerdos o conclusiones, siquiera provisionales. Si la gran reunión del Área Metropolitana se concreta en una improvisada charla de media hora en un auditorio casi vacío y unas cuantas fotos de ocho varones sonrientes en los periódicos del día siguiente queda meridianamente claro lo que se buscaba con la convocatoria.

Huelga decir que la Granada metropolitana es una realidad, con problemas y proyectos que deben ser abordados en una acción política conjunta, desde el consorcio del taxi al Parque del Milenio. También es evidente que la capital debe jugar un papel importante, al ser el municipio más poblado. El problema es que Torres Hurtado no está en condiciones de liderar el proyecto metropolitano, sencillamente porque hace apenas dos años se burlaba sin pudor del énfasis que Torres Vela daba en su programa electoral a esta cuestión. Por tanto, bienvenido al pensamiento metropolitano pero la fe del converso, real o impostada, no borra de un plumazo la historia del personaje. Al contrario, permite dudar si, efectivamente, cual Pablo ha caído del caballo o simplemente está jugando a la política de foto y enfrentamiento.

Es el lastre del pasado, que le empieza a pesar al alcalde tras seis años de gobierno. Ocurrirá igual cuando se le ocurra inaugurar un carril bici y nos pondere las bondades del uso de la bicicleta para mejorar la movilidad, como está ocurriendo en otras ciudades. Muchos ciudadanos recordaremos a este alcalde, piqueta en mano, destrozando el carril bici del Zaidín y sentiremos el mismo asombro que ahora nos produce esta imagen del alcalde metropolitano.

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