Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

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Política vudú

Kichi nunca será el brujo de esa tribu que sigue a un Nazareno, con puños almidonados, abrochados por gemelos de oro

Cuando Teresa Rodríguez afirma que la Semana Santa es del pueblo, me produce una doble inquietud. Primero, ¿qué significa hoy "pueblo"? y, segundo, ¿qué quiere decir esta política con que la Semana Santa pertenece al "pueblo"? ¿No hubiera sido mejor, en lugar de "pueblo", hablar de "gente", como viene haciendo su partido? En Andalucía, además, "gente", "mi gente", conecta con el Rocío, con la Macarena, con las casetas, con la feria de Sevilla, con las calesas, con los trajes de gitana, con una fiesta cara, de manzanilla, langostinos y jamón pata negra, que era la que se podían pagar los señoritos. Conecta con los señoritos. Al final, Podemos y la socialdemocracia, donde gobiernan, se han topado con que los modelos de la "gente", no son ni Pablo Iglesias, Sr.& Jr., ni Dolores Ibárruri ni el comunismo libertario ni Cañamero ni los sindicatos ni los partidos llamados de izquierdas; que el modelo de "la gente", tras una larga y venturosa época de paz, de explotación y de bonanza económica que hunde sus raíces en la burbuja inmobiliaria, son los señoritos agrarios de la España de principios del siglo pasado. Tan odiados, tan jartibles, tan terratenientes. Y sus ritos y sus procesiones laicas y religiosas, en las que escenificaban su poderío social y económico. Y la "gente" no ha elegido hacer otra revolución que la del disfrute, haciéndose con lo que antes pertenecía a un grupo reducido de personas, tomando, no el cielo, sino las procesiones, las cofradías, las romerías, por asalto. Un asalto, consentido por las "fuerzas vivas" y dichosamente pacífico que ha dejado la propiedad, la riqueza, en manos de los mismos, pero que ha obtenido a cambio "la parafernalia" -como se dice ahora- de los signos de la riqueza. Siempre ha habido, en la Semana Santa, imágenes que el pueblo consideraba suyas. El Cristo de Los Gitanos, Nuestro Padre Jesús de los Pobres, o como se las llame en cada lugar. Cuidadas, lujosamente vestidas, adornadas por "el pueblo trabajador", acompañadas masivamente en sus evoluciones y desplazamientos. Compitiendo con las imágenes de "los ricos". Conozco uno de estos cristos populares que debajo de la túnica llevan una camisa impoluta, blanquísima, de las que venden en el Corte inglés, con los puños perfectamente almidonados y abrochados con unos gemelos de oro. Todo un señor. Por muchas medallas que Kichi, el alcalde de Cádiz, ponga a la Virgen del Rosario, ni él ni su formación conseguirán que los siga el "pueblo", que prefiere ir detrás de la ciega procesión de gozo y de algazara, de ritos y de leyendas, suministrados por los "comerciales" habituales. Nunca llegará a ser el brujo de esa tribu. Los problemas de la gente que los votó, no se resuelven clavándoles agujas de vudú al muñeco del paro o al de la corrupción o medallas a las imágenes. Que la Virgen nunca los va a sacar del atolladero. Ella prefiere a los pastorcitos.

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