Quousque tamdem

Luis Chacón

luisgchaconmartin@gmail.com

Políticos pobres

Viendo el telediario pensé que le faltaba una banda sonora con la voz de Machín cantando Esperanza, Esperanza, sólo sabes bailar chachachá. Y es que Esperanza Aguirre se ha convertido en una especie de alegre y provocador bufón de la política nacional. No es necesario bucear en las hemerotecas para encontrar boutades como aquella de que habría que matar a todos los arquitectos, en razón de que no le gustó el Ayuntamiento de Valdequemada. Basta con hojear los periódicos. Entre las risas de sus seguidores, un día acuña el término cochofobia y otro mide las aceras de la Gran Vía. Pero hasta los bufones más ingeniosos pecan por exceso de osadía. Dicen que Enrique VIII amenazó con matar él mismo a su adorado Sommers tras llamar lasciva a Ana Bolena y dudar de la paternidad de la princesa Isabel. Esta semana, ni los más forofos de la señora Aguirre han sido capaces de justificar la aparente defensa de la vicepresidenta del gobierno por el ridículo asunto de su visita de diez minutos a Primark.

Decir que nuestros políticos están mal pagados y que por esa razón han de comprar en tiendas lowcost es un insulto a los millones de españoles que hacen encaje de bolillos para cuadrar los presupuestos familiares. Distinto sería que se abriera un debate serio sobre sus remuneraciones que a veces resultan claramente rácanas pero en otros casos superan con creces el despilfarro. Urge una regulación nacional que estipule los salarios de los cargos electos en función del trabajo asignado y aplicando criterios racionales de eficiencia y responsabilidad. En particular porque aunque gusten de buscar similitudes con la actividad privada para justificarse, lo cierto es que cualquier empresa paga a sus directivos valorando su experiencia, formación y conocimientos que compara con referencias de la competencia, lo que en el caso de la política no es posible y combina con los ingresos previos del candidato. En este caso hay demasiados cargos públicos cuya última referencia es la paga semanal que le daban sus padres mientras militaban en las juventudes del partido antes de acceder por vez primera al acta de concejal.

La política no puede quedar reservada a los ricos pero tampoco ha de convertir a las instituciones en una especie de Corte de los Milagros en la que se reparten, votadas por sus beneficiarios, regalías y prebendas entre representantes públicos, asesores y cargos de libre designación.

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