Cambio de sentido

Posvoluntarios

Consulto en 'infojobs': hay ofertas de trabajo bajo el oxímoron "voluntariado remunerado"

Ya me ha visto. Dispone de segundos para elegir la mejor manera de abordarme. Llevo una bolsa de Mango, no le será difícil hacerme sentir culpable -para comprarme trapos sí que tengo-. Se gira, se compone el paquistaní, cruza los dedos, saca a duras penas su sonrisa. "Seguro que esta chica maravillosa tiene un minuto para mí. ¿Sabes cuántas mujeres como tú morirán hoy si no…?". "Lo siento amigo, sé que te estás buscando la vida. Pero eres el tercero que me aborda (todos chicos, a tus compañeras supongo que les toca parar a hombres). La agencia de marketing que generalmente contrata en nombre de la ONG te paga lo que te paga por aplicar las técnicas más agresivas de venta, que son las que apelan a mi sucia conciencia para lavármela después por el bolsillo. Los fines de las ONG no justifican estos medios. Flaco favor se hacen a sí mismas. Ánimo, encontrarás mejores trabajos".

Como de posverdad -ese neologismo creado para mentar con la boca chica la vieja falsía- bien podría hablarse de posvoluntariado, de actividades que nada tienen de voluntarias ni solidarias, pero evocan en hechuras al activista o postulante altruista. Consulto en infojobs. Hay ofertas de trabajo bajo el oxímoron "voluntariado remunerado". También encuentro los términos "captador", "promotor" y "azafat@s (sic)" para ONG. "¡Bien pagado y divertido!", añaden, y la apostilla suena cruel y propia de Azcona o de Berlanga. Me engaño si pienso que a nadie se le escapa que "el muchacho de la ONG" que nos aguarda a la salida del mercado desempeña un trabajo precario bajo el oxímoron -otro más- de "comercial solidario".

Pero aún hay más, más en torno al uso frangollero y malversado de la noción y apariencia del voluntario. Me refiero a lo que a veces ha colado por "voluntariado cultural": a cambio de una entrada a un festival de música, literatura o porno -caso del Salón Erótico de Barcelona-, los listos de los organizadores captan a gente dispuesta a trabajar, literalmente, "por amor al arte", y eso que se ahorran.

El posvoluntariado -ya sea en actividades en las que pasa por voluntario el trabajador o bien en tareas en las que se sustituye al trabajador por el voluntario-, sólo viene a embarullar y sembrar desconfianza en una palabra, "voluntariado", que necesitamos nítida, inequívoca, monosémica, para referirnos a todas esas gentes que día a día se untan contra la injusticia y prestan al mundo su ayuda desinteresada, consciente y sincera. A ellas, mis gracias. Y mi reverencia.

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