Quousque tamdem

Luis Chacón

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Primarias rotas

Los militantes se han comprometido, así que los tres candidatos tienen el suelo marcado

Lord Keynes utilizaba los concursos de belleza de su época para explicar cómo funciona la Bolsa. Les recuerdo: un periódico publica las fotografías de un centenar de señoritas y cada lector ha de elegir seis. La más votada ganará el premio pero habrá otro para quien, en su pronóstico, se acerque más a la preferencia de la mayoría. Es decir, lo que importa realmente no es quién es la mujer más guapa sino quien se lo parecerá al conjunto de votantes. Si se fijan, el ejemplo es perfectamente aplicable a los procesos electorales, siempre que haya más de una vuelta. No olvidemos que en las elecciones hay un premio para el político -el poder- y otro para la sociedad -las políticas adoptadas-. Aunque en este segundo caso, hablar de premio puede parecer, en más de una ocasión, un terrible sarcasmo.

Las primarias que tantos disgustos están dando a los partidos son un claro ejemplo de esta aparente paradoja. Todos los militantes están en su perfecto derecho de elegir al candidato que más les guste. Pero no pueden pretender que su elección coincida con la del resto de los votantes, la gran mayoría de los cuales no militan en partido alguno y cuya fidelidad de voto siempre es voluble. Visto así, se entiende que Benoît Hamon ganara las primarias con el 60% del voto y obtuviera un famélico 6% en la primera vuelta de las presidenciales francesas. Hay que ponerse en el lugar del votante y olvidar lo que le gustaría a uno mismo. Por eso, la estrategia más inteligente es seleccionar al mejor candidato, no al más puro ni al más cercano. Más que nada porque se supone que el mayor deseo de cualquier militante es que su partido gane las elecciones. Se supone, claro.

Las primarias del PSOE han introducido una nueva variable en los procesos de primarias. Con la intención de apabullar al contrario, la consecución de avales se convirtió en una especie de elección a mano alzada que ha convertido la votación real en algo secundario. Casi dos terceras partes de los militantes se han comprometido, así que los tres candidatos tienen el suelo marcado. Obtener un sólo voto menos de los avales presentados les dejará en muy mala posición. Pero lo más importante es que la quiebra del partido es tan evidente que no parece posible que el día después podamos ver un PSOE unido alrededor del líder electo. Si la única estrategia es arrollar y no se consigue, el resultado no puede ser más que una catástrofe.

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