Queridos Reyes Magos

Puede que en el pesebre sólo los tres presentes entregados al recién nacido supusieran un auténtico potosí

Es verdad que la inocencia inherente a vuestro público hace rato que en mis adentros descansa en paz junto a otras cándidas creencias de similar naturaleza idílica, pero aun así me apena ver año tras año y campana sobre campana la degeneración manipulativa que de vuestra imagen y lo que representa hacen desde publicistas hasta comerciantes pasando por la impenitente tribu política, que no pierde ripio para apuntarse tantos o goles en propia puerta, dependiendo del tino que tengan para gestionar vuestra participación en simultáneos pasacalles multitudinarios. Esa estampa de padres porfiando por un puñado de caramelos (y sin la gracia canalla de un Clint Eastwood en poncho), usando paraguas del revés por el ansia viva de arramblar más que el vecino, a empujones engullidos por la marea humana; esos chiquillos espectadores de semejante panorama, que lo verán como lo más propio y natural del mundo mundial, aferrados a las manos parentales para no verse desperdigados y rebozados por un suelo invadido de Gollums en busca de su tesoro en forma de dulce a tres euros el kilo; y esas mágicas majestades a lomos de carroza cuya única misión en la tierra una vez al año es pasearse por la vía pública para que sus creyentes conserven todo lo que puedan ese candor que tanto les facilita el trabajo. Y luego está la televisión, la madre de todos los corderos, el inagotable escaparate donde lucen opciones de regalo para todos los gustos cuyo producto estrella sin parangón en estas fechas es el perfume: fresco o intenso, con toque floral o a maderas, para el día o para la noche, serio o desenfadado, para él, para ella, o para él y ella todo en uno, como el desengrasante de la cocina. ¡Cuánto pueden dar de sí el incienso y la mirra! Por no mencionar que al ver algunos de estos anuncios a veces no es fácil distinguir si venden una fragancia o promocionan los seductores servicios de un lupanar. Puede que en el pesebre sólo los tres presentes entregados al recién nacido supusieran un auténtico potosí, pero los tiempos cambian y en los que corren sería toda una hazaña convencernos desde pequeños que con tres regalos iríamos sobrados, teniendo en cuenta que cada navidad los catálogos de juguetería aumentan de volumen y van camino de necesitar índice, glosario de términos y bibliografía. Es más, al precio que debe andar el carbón dudo que a vuesas mercedes siquiera les salga a cuenta traerlo.

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