La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

'Radikales' en el túnel del tiempo

CUP, Podemos y otros 'radikales' viajan en el tiempo: eso sí, siempre hacia atrás, a lo peor del pasado, a 1936

Me gustaba mucho la serie El túnel del tiempo, de mi admirado Irwin Allen, con su túnel Pop Art y psicodélico. Desde que H. G. Wells publicó en 1895 La máquina del tiempo hasta la estupenda serie maltratada por TVE El ministerio del tiempo la posibilidad de viajar en el tiempo ha fascinado. Por eso debemos agradecer a la CUP, Podemos y otros radikales que nos permitan viajar en el tiempo: eso sí, siempre hacia atrás, hacia lo peor del pasado, y nunca hacia adelante: son los partidos más literalmente reaccionarios, es decir, los que representan ideologías empeñadas en instaurar un estado de cosas anterior al presente y siempre peor, por cainita, que él.

Viajando al pasado, el grupo municipal de la CUP ha solicitado en el pleno del distrito de Ciutat Vella que la Catedral de Barcelona sea expropiada para destinarla a escuela de música y economato, devolviéndola así "a las clases populares". Pero esto no es lo mejor, por mucho que nos meta en el túnel del tiempo llevándonos al Moscú de los años 30 en el que Stalin quiso volar la catedral de San Basilio -afortunadamente, un arquitecto le convenció de que no lo hiciera, pagándolo, eso sí, con una temporada en el gulag- y voló las de Kazán y Cristo Salvador (sobre su solar debía construirse el Palacio de los Soviets, pero al final acabó como una piscina pública). Y por supuesto, a lo que pasó en Barcelona entre mayo de 1931 y el verano de 1936 (George Orwell en Homenaje a Cataluña: "Casi todas las iglesias habían sido saqueadas [en Barcelona] y las imágenes quemadas, y algunas de ellas estaban siendo sistemáticamente demolidas por cuadrillas de obreros").

Lo mejor del viaje de la CUP por el túnel del tiempo hacia lo peor del pasado es el lenguaje que emplean: la Catedral debe expropiarse porque es propiedad de la Iglesia, una institución que "ha estado al servicio de monarquías y burguesías, ejecutando procesos de colonización, saqueo, esclavitud, moralización y control del proletariado. ¡Es hora de pasarles cuentas y hacerles justicia histórica!". No se oían cosas así desde aquella Barcelona anarquista en la que 40 iglesias fueron destruidas totalmente y todas las demás, salvo diez, parcialmente destruidas, salvándose por intervención de la Generalitat la catedral y los monasterios de Pedralbes y Montserrat. Afortunadamente, lo de ahora -recuérdese la famosa frase de Marx- es la anecdótica repetición como farsa de aquella tragedia histórica.

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