Esta boca es tuya

Antonio Cambril

cambrilantonio@gmail.com

Rajoy es el problema

La demostración de fuerza de ayer en Bruselas evidencia que la maquinaria separatista está perfectamente engrasada

Las leyes están para servir a los hombres y no los hombres a las leyes. Con la Ley de Leyes sucede igual. La Constitución, que acaba de cumplir 39 años, necesita algo más que unos retoques para favorecer la convivencia entre los pueblos peninsulares. Hay títulos y artículos que no se discutirán, pero que difícilmente se mantendrían si se sometieran ahora a la voluntad popular, como los que afectan a la jefatura del Estado. Y hay otros que han envejecido mal y deberían replantearse, como es norma en democracias más antiguas que la española. Sin una puesta a punto de la Constitución, el problema de la integración de Cataluña en España parece irresoluble, pero Mariano Rajoy y la gente de su Gobierno han aprovechado el reciente aniversario para expresar que ni la reforma es urgente ni se conocen motivos para el cambio. El mensaje compromete, y mucho, a Pedro Sánchez, quien presuntamente prestó su apoyo a la aplicación del artículo 155 a cambio de la promesa de someter a revisión la estructura territorial del Estado. Pero más preocupante que el descrédito del secretario general del PSOE es la sensación de que Rajoy está dispuesto a hacer buena la frase de Machado según la cual Castilla "desprecia cuanto ignora".

La demostración de fuerza de ayer en Bruselas, hasta la que acudieron para manifestarse decenas de miles de catalanes, evidencia que la maquinaria separatista está perfectamente engrasada y que la suspensión de la autonomía y la detención de sus dirigentes sólo prorroga el problema. Sea cual sea el resultado de las elecciones autonómicas, el día 22, cuando nos despertemos, el independentismo seguirá ahí. Y ahí seguirá un Gobierno, el español, inmovilista, con tics autoritarios y desprestigiado por cientos de casos de corrupción en el seno del partido que lo sostiene. Un Gobierno que defiende con tanto entusiasmo el título ocho de la Constitución, el que afecta a la organización territorial, como desprecia el título uno y todo el articulado relacionado con la igualdad de los ciudadanos o con la defensa de sus derechos fundamentales (verbigracia, una vivienda o un trabajo dignos). Tan cierto como que el Proces tiene mucho de rebelión de los ricos y los dirigentes independentistas han jugado sucio es que Rajoy y el PP forman parte de un problema que sólo podrá enderezarse cuando una moción de censura o unos cuantos millones de votos los alejen del Gobierno. Han demostrado que pueden vencer, pero jamás convencer.

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