el as en la manga

Ángel Esteban

Rebajas de verano

EL 15-M tiene el problema de asumir muchos frentes y no ser eficaz en ninguno. Así que lo más práctico sería que luchara en tres o cuatro cosas fundamentales, porque un triunfo parcial es mejor que ningún resultado general. España se cae y hay que ir por partes. Por ejemplo, lo del copago en la salud y la desaparición de la mayoría de los beneficios de la Seguridad Social es ya algo más que un rumor. Si queremos conservar esa ley franquista (1963, 1966, 1972), mejorada en el contexto de los Pactos de la Moncloa (1978) y en el Pacto de Toledo (1995), habrá que ahorrar mucho dinero en gastos generales inútiles. Por eso, animo a todos los españoles preocupados por ello a que sigan acosando a los políticos hasta el punto exacto en que sea posible (un coscorrón de vez en cuando no viene nada mal, sea en Madrid o en Barcelona), para que tomen conciencia de que los primeros que tienen que bajarse el sueldo son ellos, en lugar de abrumar a los funcionarios, y dejar de cobrar 8, 10, 12 o 14 mil euros mensuales, según el cariz del estafador público, cuando hay tanta gente en el paro y tantos millones de mileuristas en España.

El segundo paso es terminar con la multiplicación de instancias administrativas. El desarrollo de las autonomías y diputaciones fue un sueño, o más bien un coladero, una fábrica de papeles, multas, requerimientos, comisiones, aplicaciones informáticas que se caen constantemente, teléfonos que nunca contestan, desayunos de hora y media y vuelva usted mañana, criadero de ociosos de corta mano para resolver problemas y larga para pedir su sueldo el 31 de cada mes, etcétera.

El tercero es acabar con las estructuras deficitarias como las universidades de Villagorrinos de Abajo, cuando las clásicas, las centenarias como las de Granada, Salamanca y Sevilla, tienen un cuerpo de profesores magnífico y unas instalaciones a prueba de Erasmus. Y el cuarto podría ser terminar con otro tipo de estructuras, de corte feudal, que cuestan millones de euros al año a nuestro presupuesto nacional, como el mantenimiento de una Casa Real extendida por el planeta que sirve para muy poco, quizá para callar a los dictadores que hablan demasiado y para navegar en sus yatecillos en verano. Financiamos padres, hijos, nietos, divorciados, deportistas, periodistas, vacaciones de placer 365 días al año para decir que somos una monarquía. Si queremos seguir teniéndola, genial, pero fuera privilegios, que se paguen sus viajes y cobren como yo, que curro más horas al día que todos ellos juntos.

El esfuerzo, o es de todos o no es. Y punto.

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