¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

Regreso a 'Patria'

Todo en aquel rincón del museo olía a medias verdades, a eufemismos, a mano blanda y meliflua del PNV

De un reciente y breve viaje a San Sebastián sacamos una conclusión probablemente apresurada: la guerra del norte, por ahora,la ha ganado el PNV, algo que ya intuíamos por los resultados de las últimas elecciones autonómicas y, sobre todo, por esa humillación que el Euzko Alderdi Jeltzalea le ha infligido al Gobierno a cambio de asegurarle la continuidad de una legislatura que, cada minuto que pasa, parece más herida de muerte. Eso sí, el viejo partido que recogía las nueces del árbol que movía ETA, la cueva de Arzalluz y el obispo Setién ha tenido que renunciar al "soberanismo", un término al que ya sólo se aferran los catalanes y algún corso beodo y sentimental.

Fue agradable volver a caminar por Donostia, ya sin efigies de terroristas ni pancartas, liberada de la violencia visual y simbólica de antaño. Nos daba la sensación de estar caminando por una ciudad de la Côte d'Azur, europea en su urbanismo y limpieza, apolítica y divertida. Sólo tropezamos con alguna ikurriña aséptica e institucional. La quincalla abertzale apenas sobrevive en las tiendas de souvenirs de la parte vieja y sólo los guiris pasean por la Concha con boinas bordadas con lauburus y otros machangos neolíticos del kitsch euskaldún.

El viaje lo acompañamos de la lectura de Patria, la necesaria novela de Fernando Aramburu que se ha convertido en un fenómeno editorial por retratar sin tapujos la violencia física y moral que sufrieron los no abertzales durante los años del plomo, los mismos en los que el PNV fue cimentando un poder que ahora es casi omnímodo.

Pero, más allá de estas iniciativas privadas, ¿cuál está siendo el relato oficial de la carnicería? Demasiada pregunta para un simple fin de semana. Sin embargo, una visita al recientemente remozado San Telmo Museoa nos dio una pista. Tras recorrer las dependencias dedicadas a la historia vasca, desembocamos en la sala de los "conflictos" -como la denominó la simpática ordenanza que nos atendió con amabilidad y diligencia-, en la que se repasa la historia de Euskadi desde el inicio de la Transición hasta la actualidad. Como era de esperar, en este espacio, el terrorismo de ETA y sus más de ochocientos muertos han quedados diluidos en una violencia genérica sin otro culpable que la "fuerte convulsión social". Todo en aquel rincón del museo olía a medias verdades, a eufemismos, a mano blanda y meliflua del PNV, el partido que seguirá mandando durante muchos años en Patria.

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