Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

Retrato parlamentario

Iglesias no sólo ha censurado la corrupción del PP, sino que se ha censurado a sí mismo como relevo

No creo que los españolitos normales hayan seguido en su totalidad el tedioso debate de la moción de censura de Pablo Iglesias contra Rajoy y su Gobierno, basada en los numerosos casos de corrupción que afectan al PP, con un error de cálculo imperdonable en un político, por bisoño que sea, que debería saber que no sólo retrata al censurado, sino que se ve obligado a retratarse a él mismo, ya que, además de la confrontación parlamentaria, tiene que definir su programa y su actitud en temas claves del Gobierno al que aspira. En el primer y básico tema de su moción, la corrupción, era fácil obtener un consenso general. Sin embargo, cimentar su alegato en interminables discursos, sólo asumibles en regímenes totalitarios -los de Fidel Castro, en Cuba, o los de Chaves, en Venezuela-, con cosas conocidas por los medios de comunicación, la intención quedaba diluida por la monotonía, sobre todo cuando se conocía el resultado del partido. Un avezado en estas lides parlamentarias como Rajoy eludió el espinoso asunto basándose en la falta de garantías que ofrecía el aspirante y sus contradicciones, puestas de relieve a lo largo del debate -sobre todo en el derecho a la autodeterminación de los pueblos-, con lo cual Iglesias no sólo ha censurado la corrupción del PP, sino que se ha censurado a sí mismo como relevo.

El peligro para el aspirante al título es que tenía que definirse en cuestiones claves como es la inviolabilidad de la estructura de la Nación, recogida en el artículo 2 de la actual Constitución. Y ahí llegó la imagen reveladora. No sólo era esa entelequia, que Pedro Sánchez llegó a asimilar, definiendo a España como una 'nación de naciones', sino que llegó un momento de oro para sus adversarios cuando aplaudió -él y su grupo- y abrazó a un energúmeno del independentismo catalán como el señor Tardá, cuando afirmó que celebrarían, legal o ilegalmente, el referéndum del 1 de octubre para la creación de Cataluña como un Estado independiente en forma de República, como primer paso para la proclamación de la Tercera República española, acusando de la situación no sólo al Gobierno, sino a la Corona "franquista", según Tardá. Cualquiera que pretenda llegar a ocupar el Gobierno no puede ser un peligro para fragmentar el Estado, como sugiere Podemos. Y, además, pone en un brete al 'nuevo' PSOE, porque si hubiera acuerdo con Podemos, tendrían que llevar como compañeros de viaje a los independentistas catalanes y vascos -ERC y Bildu eran los únicos que apoyaron a Iglesias- y, por lo tanto, abordarían la fragmentación de España, olvidando que la izquierda, históricamente, ha estado en contra de la secesión catalana, cosa de la burguesía más recalcitrante, la que 'entrena' un intelectual ilustre como Pep Guardiola.

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