Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

Riesgos de ser niños o mujeres

Si es importante reivindicar la igualdad laboral, no menos será reclamar los derechos básicos

Mientras haya seres desalmados y guerras impunes seguirá habiendo quienes más sufran por su situación vulnerable. Hay que luchar por ser iguales, mujeres, hombres y niños, ante la protección que nos debe la sociedad por el hecho de ser seres humanos. Pero habrá que aceptar que no sólo se sufre la inaceptable discriminación laboral entre mujeres y hombres en los países desarrollados, entre ellos España, sino en el panorama universal. Todos, más o menos hipócritamente, apoyamos las históricas huelgas feministas el pasado jueves. Pero no olvidemos la violencia que sufren mujeres y niños por el hecho de serlo. Mientras haya seres desalmados y guerras impunes seguirá habiendo quienes más sufran por su situación vulnerable. En nuestro país la violencia machista sigue aumentando y los niños son víctimas de energúmenos que utilizan su fuerza bruta para sus bajos instintos.

Si es importante reivindicar la igualdad laboral, no menos será reclamar los derechos básicos, la dignidad y hasta la vida pisoteados por esos individuos que matan, violan y humillan. Y en esta mirada no me refiero sólo a las mujeres asesinadas, violadas, desaparecidas, a los niños cuyos rostros se asoman a las televisiones y nos conmueven en cada esquina donde aparecen sus caras y miradas inocentes, sino a los otros energúmenos que mandan bombardear ciudades, hospitales, escuelas para lograr sus objetivos. En estas acciones, promovidas o alentadas por las grandes potencias -Rusia, Estados Unidos, el terrorismo islamista, como ocurre en la sangrienta guerra de Siria- estas personas son sólo figurantes en una tragedia en la que son víctimas propiciatorias o las llamadas, con cinismo 'civilizado', 'víctimas colaterales'. No nos atragantamos cuando la televisión nos ofrece, mientras almorzamos, escenas de niños heridos o muertos, las miradas tristes de los pequeños supervivientes, en las que se refleja su incomprensión por el drama de su alrededor.Bienvenidas sean las reivindicaciones feministas por la igualdad -supongo que en Cataluña las becarias habrán denunciado los seis mil euros al mes que cobrará la señora de Puigdemont por dos horas semanales en una televisión local-, pero deberíamos movernos más para detener atrocidades contra los débiles, sin olvidar el trato que en culturas dominadas por religiones e ideologías -islamismo o cristianismo- reciben multitud de mujeres y niñas que son lo más vulnerable de la sociedad.

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