A bote pronto

Juan Alfredo Bellón

SOS Albaycín

MIENTRAS el Ayuntamiento de Granada deja languidecer al Albaycín sin importarle un higo que el barrio sea o no sea Patrimonio de la Humanidad, acaba de modificar un PGOU que lo asesina con alevosía, y añade a un serio agravio de denegación de auxilio otro, no menos grave, de lesa granadinidad.

Así lo cree el vecindario que anda soliviantado ante el peligro de la reinserción del Plan Especial del barrio en el General de Ordenación Urbana de la ciudad, al que se teme que sigan intervenciones de apariencia descafeinada para eliminar las estrecheces de la calle de San Juan de los Reyes, su antiguo trazado y partes del caserío y abrirlo a grandes vehículos de viajeros y mercancías, terminando por invertir de sobaquillo el sentido actual del tráfico hacia el Camino del Monte, el Cerro de San Miguel, el Fargue, Jesús del Valle y zonas aledañas con proyectos urbanísticos especulativos.

Y es que a este pedazo de arcarde bautizado, le ocurre como a la protagonista del último film de Ang Lee (Deseo, peligro) cuya publicidad informa de que "su pasión era su enemigo" y, si no, que se lo pregunten a Carlos Marsá. En efecto, cada fobia, filia o antojo suyo hacen subir el pan en nuestros hogares y son peligro seguro para la ciudad. Así, cuando este andaluz tan universal piensa en la Alhambra, la circuncida de escaleras, cintas y cabinas transportadoras, todo muy zen y eso; cuando imagina la Sierra, enceguece con los fulgores crematísticos del famoso teleférico; si se concentra en los accesos a la capital, se empecina en destripar montañas con tuneladoras, en pos del cierre del anillo circunvalatorio que pasará casualmente por Jesús del Valle; y si sueña con el Cerro de san Miguel, lo ve trufado de cuevas, antes roñosas y ahora habitadas por guiris ricos y neorrománticos. Y cuando, por fin, se enfrenta a los problemas del tráfico en la Carrera del Darro, tira por la calle de en medio, mata moscas a cañonazos, pretende retranquear los embudos de San Juan de los Reyes, libre ya de boñigas y casi de prostitución, y le embute todo el tráfico ascendente de la zona y buena parte del peatonal, a costa de romper alineaciones históricas y cercenar el turismo de a pie que baja en perpendicular al río y al Paseo de los Tristes.

Y a mí sí que me tiene bajo palio la puerta de la cochera, dice que para apuntalar (¡socorro!) el convento de Santa Inés, y se me ha ido la gana de celebrar como pensaba los primeros cuatro años de columnista intrépido. Menos mal que acabo de ver una entrevista a Paco Lodeiro y descubro que él también vive por aquí. Así todos, tan cerquita de la Alhambra.

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