bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

'Standby'

EL Rey, tras su operación de rodilla, según una colaboradora de Ana Rosa Quintana, va a estar desactivado [sic] hasta agosto. Vamos, en standby, habrá querido decir la mujer, como si fuera un sintonizador de TDT. Con razón don Juan Carlos le echa la bulla a la prensa, que le clava en el pecho este tipo de aceradas palabras y no debe de extrañarnos que añore los tiempos de su abuelo Alfonso XIII, en los que los diarios daban cuenta de la salud del monarca, respetuosamente, con la frase: "Su Majestad se encuentra bien, en su importante salud".

El fenómeno de la desactivación no se da sólo en España ni sólo entre humanos. Puede ser transitorio o permanente. Los perros que sestean en la cuesta de la Acrópolis de Atenas, permanecen desactivados desde hace milenios. Con frecuencia alguna adolescente norteamericana, en viaje de estudios, que quizá, minutos antes, haya llamado su madre "bruja" por el móvil, se derrite en mimos y caricias con uno de ellos sin conseguir que el perro abandone su secular standby. Porque la indolencia de los canes atenienses quizá se deba a la poca atención que los pensadores griegos les prestaron, preocupados tan sólo del ser humano y sus conflictos. La abuela de Sartre, según ha contado su ilustre nieto en Las palabras, también decidió, un buen día, desactivarse y no bajó a comer. Demasiado orgullosa para solicitar el primer lugar en la familia y demasiado vanidosa para conformarse con el segundo, se echó en la cama de manera permanente dejando los espacios de excelencia para la disputa de los más ambiciosos y humildes.

En el Salar de Loja se documentan casos de desactivados, allí los llaman "echados", que no dejan la cama nada más que para asistir al refresco en las fiestas de la Patrona, Santa Ana, cómodamente reclinados en el todoterreno familiar. Alegan, cuando se les pregunta por la causa de su desidia, que ya han trabajado bastante. Veo peligroso que se empiece a desactivar al monarca, creyendo que podremos ponerlo en funcionamiento cuando nos interese con sólo apretar el botón paragolpes-de-estado o la clavija catástrofes inespecíficas. Los desactivados terminan por tomarle gusto al bajo consumo de energía y muchas veces no hay quien los ponga otra vez en funcionamiento. La idea que circula por el imaginario colectivo de que todos los políticos son corruptos, ha desactivado la honestidad de muchos que no lo eran y ahora reposan echados en la yacija de la indecencia. Y a ver quién es capaz de activarles de nuevo la honradez. Me temo que ni siquiera lo van a conseguir los bienintencionados activistas del 15M.

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