Telegestión del turismo de Granada

La presencia de las instituciones verdaderamente granadinas ha quedado en posición muy minoritaria

Más de quinientos años han transcurrido siendo Granada objetivo de atracción turística en todo el mundo occidental, habiéndose incorporado, más recientemente, el turismo de países orientales, como son los casos de Japón o Corea del Sur, entre otros y es muy tímida aún la presencia del mercado chino, potencialmente inmenso.

La gestión de la mayor parte de la oferta turística tradicional, entiéndase por ello la Alhambra, junto a un rosario de otros pequeños pero interesantísimos monumentos en la ciudad -la Dobla de Oro- y Sierra Nevada, en un trinomio insoslayable -que debiera de ser- con la Costa Tropical granadina, está en su mayor parte en manos de organismos regentados o regidos por la Junta de Sevilla, que viene actuando con criterios mucho más centralistas que cuando el país se gobernaba desde Madrid. Cerca de media provincia, toda la parte interior norte: la comarca de Guadix y el altiplano de Baza y Huéscar, se quedan prácticamente para promoción única del Patronato Provincial, léase Diputación. Queda que citar en esta panoplia el magnífico conjunto monumental de la propia ciudad, que se gestiona de modo profesionalmente muy mejorable desde otras instancias, como es la Iglesia, que es su dueña.

En Granada, los empresarios y los profesionales granadinos del sector turístico, que son, como en todos lados, los que más arriesgan y los que más exponen, llegan a estar presentes, como mucho, en órganos de consulta y testimonialmente en los de gestión, si es que llegan a estar. Nunca, en estos cerca de cuarenta años de administración autonómica socialista de Sevilla, han dejado fisura o rendija que permitiera la presencia -que sea algo más que testimonial- para los que de verdad arriesgan cada día -empresarios, profesionales y trabajadores del sector- en los distintos patronatos y sus órganos de gestión, especialmente en el de la Alhambra y Generalife y en los órganos de gestión de Sierra Nevada -Cetursa o como se le haya de llamar- que se constituyen en verdaderos monolitos, telegestionados mayoritariamente y con verdadero poder, según los criterios casi exclusivos de los políticos que hoy gobiernan la comunidad autónoma -o sus delegados- quedando también en posición muy minoritaria la presencia de las instituciones verdaderamente granadinas, las de la propia ciudad.

En esto también perdió Granada al quedar dentro de esta enorme Andalucía de ocho provincias, que fantaseó la ambiciosa mente política de Blas Infante y que reinventó luego el sevillanísimo ex ministro y profesor de la Universidad hispalense Manuel Clavero Arévalo, maestro, por cierto, de Felipe González, de Alfonso Guerra y hasta del andalucista -léase sevillanista, siempre Sevilla- Alejandro Rojas Marcos. Esta historia del socialismo sevillano que harta no parece muy justa. ¿O sí, miarma?

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