Quousque tamdem

Luis Chacón

luisgchaconmartin@gmail.com

Tempestad sobre Washington

Nadie que conozca la historia de EEUU podría comprender o justificar su ataque gratuito a la libertad de prensa

Estos días de enero pasarán a la historia como el arranque más vertiginoso de un presidente de los EEUU. Parece que Mr. Trump hubiera puesto en práctica la vieja frase de Cecil B. de Mille que aconsejaba "empezar una película con un terremoto y luego ir creciendo en acción". La hiperactividad que ha demostrado el novel ocupante de la Casa Blanca a la hora de firmar órdenes ejecutivas y sobre todo, la publicidad que ha querido darle a todas sus decisiones, pataleos y consignas, han generado una enorme incertidumbre en el mundo que no rebaja, en absoluto, el hecho de que dichas órdenes pudieran ser imposibles de cumplir o meramente inviables por razones jurídicas o presupuestarias.

Lo más curioso de Mr. Trump es su total y absoluta incoherencia intelectual y como la apoyan con inconsciente alborozo sus seguidores, estadounidenses o no, pues han surgido trumpistas entre la derecha mundial como setas en otoño. La nación que siempre ha sido paradigma de la libertad no puede amenazar las libertades individuales. La tierra de promisión que acogió a los peregrinos del Mayflower que tan sólo querían un lugar donde orar libremente a Dios, se traiciona a sí misma si ofende a cualquier religión. Un país al que hizo grande la emigración no puede demonizarla. Y mucho menos, un presidente nieto de emigrantes alemanes y casado en dos ocasiones con mujeres extranjeras. Demasiadas actitudes del actual presidente representan mucho de lo que siempre se ha entendido como antiamericano. Nadie que conozca la historia de los EEUU podría comprender y mucho menos justificar, su ataque gratuito a la libertad de prensa, más cercano al orwelliano ministerio de la Verdad que al discurso de Jefferson donde se afirma que "nuestra libertad depende de la libertad de prensa y ésta no puede limitarse sin perderse". Inefable resulta también la reposición del busto de sir Winston Churchill en el despacho oval por parte de quien defiende y quiere aplicar políticas proteccionistas, si recordamos como decidió dejar la bancada tory en 1904 a causa de su rotunda oposición a que se abandonara la tradicional política británica de librecambio.

De todos modos y ya que recordamos a uno de los políticos con más fuste de la historia, pongamos en práctica aquella idea suya de que "pesimista es quien ve en toda oportunidad una calamidad y optimista quien encuentra una oportunidad en toda calamidad". Seamos optimistas.

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