Esta boca es tuya

Antonio Cambril

cambrilantonio@gmail.com

Terminator es un esquirol

Pedro Sánchez atina al proponer un impuesto a las máquinas. Las máquinas no son inocentes

Madrugaban los noventa cuando el periódico en que trabajaba emprendió una renovación informática y sustituyó los viejos ordenadores de válvulas por otros mucho más modernos que permitían dibujar páginas, insertar fotos y encajar titulares. Hasta entonces, los redactores nos limitábamos a buscar noticias y escribirlas después con el número de líneas que establecía el jefe de sección, pero los directivos convencieron a los más incautos de que, si asumían esas funciones, todos trabajaríamos menos y lograríamos mayores beneficios para la empresa que acabarían repercutiendo en los sueldos. La realidad fue otra: al cabo de unos años faenábamos las mismas horas, pero el departamento de maquetación y diagramación había menguado hasta la insignificancia y la plantilla del diario se había reducido en más de un tercio. Rememoré aquella época hace unos días, cuando leí un digital en el que se calificaba de "ocurrencia" la intención de Pedro Sánchez de gravar a los robots si gana las primarias del PSOE y alguna vez llega a la Presidencia del Gobierno. ¿Ocurrencia? La robotización y la informatización están provocando un desempleo masivo estructural. La ecuación es simple: a máxima productividad, mínimo empleo. En un mundo absolutamente robotizado e informatizado la inversión salarial sumaría cero.

Toda revolución tecnológica, y esta es brutal, anuncia un tiempo de destrucción creadora, conlleva la desaparición de oficios tradicionales y la aparición de otros nuevos. La cuestión está en conseguir que el número de los que pierden el trabajo sea inferior al de quienes lo encuentran. Eso no parece probable. Ya sabemos que la próxima generación convivirá con robots que desarrollarán funciones quirúrgicas, asistenciales, caseras, policiales, mecánicas, agrícolas, didácticas. Hasta habrá robots directivos, máquinas que ordenarán a otras máquinas infatigables y capaces de dejar en ridículo a Stajánov, aquel minero que, según la propaganda soviética, extraía catorce veces más carbón que cualquier otro. No faltarán entonces quienes consideren prescindible, por inútil, a la mayoría de la población. La utopía neoliberal. El paraíso de los milmillonarios. El infierno de los demás.

Es misión del Estado lograr que los cerebros electrónicos y la chatarra digital permanezcan al servicio del conjunto social, y no a la exclusiva disposición del instinto primario de acumulación, para que no se haga bueno el convencimiento de Huxley de que "El progreso sólo nos ha proporcionado medios más eficientes para ir hacia atrás". Luego Pedro Sánchez atina al proponer un impuesto a las máquinas. Las máquinas no son inocentes. Tienen el corazón de acero. ¡Terminator es un esquirol! ¡Si trabaja como un hombre, que pague como un hombre!

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