La chauna

José Torrente

torrente.j@gmail.com

Turismofobia

El comité de campaña radical anti turismo se ha iniciado rememorando la kale borroka vasca

Su última 'hazaña' ha sido la de encadenar sus manos en la orilla de la playa para impedir a los turistas bañarse en la Barceloneta. Se apropian del patrimonio de todos, el mar, y expropian nuestro derecho a disfrutarlo para imponer su decisión. Antes le tocó a los toros. Todo muy democrático, pero democrático del Este europeo aquel de Honecker, Hoxha o Ceaucescu.

La autoridad no lo impidió, haciendo gala de su complejo latente. En su república independiente quizá nos obligarían a vestir todos de rojo bolivariano y gorra leninista al uso, con chapa del Ché Rufián adosada a la solapa. Quién sabe. Bañarnos en turnos de cinco en cinco, y tomar el sol según la cartilla de racionamiento del bronceado.

Los de la CUP y sus confluencias han decidido que lo que ellos decidan es lo que se se tiene que decidir. Que su opinión sea la única que cuente. El comité de campaña radical anti turismo se ha iniciado rememorando la kale borroka vasca que inmortalizaran los chicos de la gasolina, que diría Arzalluz. El turismo les molesta ya que es la primera industria de su odiada España. Representa el 11% del PIB nacional. La prosperidad de más de dos millones de trabajadores no les place en su plaza. El progreso español les estorba. Les preocupa que dejemos de ser pobres y cautivos de su voto. Dicen los que entienden que cada décima de PIB significa 10.000 millones de euros aproximadamente. Eche usted cuentas, amable elector, y verá lo que suponen 11 puntos de la riqueza nacional. Parece fundado pensar, pues, que atacar la prosperidad de España es su verdadero objetivo.

Es insólito que estos tipos de la CUP confluyan en interés indepe con aquellos a quienes quieren destruir su negocio empresarial, votantes mayoritarios del PDCAT, ex CiU. Se odian industrialmente hablando, pero confluyen en pedir independencia juntos. Enemigos que se retroalimentan. Surrealista coalición de los que ganan dinero de los turistas con los que quieren acabar con los turistas.

Estos chicos de la pintura, la pegatina y el pinchazo bici, anhelan convertir su credo en dogma oficial. Aprovechan el encelado engatusamiento en el pruces secesionista de la Generalitat para birlarnos el derecho a opinar siquiera, ahora que nadie los vigila con contundencia, dada su influencia parlamentaria.

Sería inimaginable que los alemanes maltrataran su industria automovilística; ver a los noruegos envenenando el salmón, o a los suizos cerrando bancos con cadenas y silicona mañanero. Es la turismofobia de estos caciques de nuevo cuño de la CUP y demás izquierdas del entorno, que maltrata nuestra principal fuente de creación de empleo y riqueza. Un disparate colosal.

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