la tribuna

Viviane Reding

Una Unión Europea más fuerte

LA crisis financiera ha suscitado un debate muy necesario sobre en qué punto se encuentra actualmente Europa y hacia dónde se dirige. Europa se enfrenta a una hora decisiva. Ha llegado el momento de demostrar a nuestros ciudadanos, y también al mundo, el firme compromiso de Europa por avanzar en la integración.

Sin embargo, algo es evidente: la salida de la crisis pasa por la consolidación de nuestra unión como una Unión Europea aún más fuerte y más estrecha.

La actual crisis, en primer lugar, es una crisis de confianza. Miremos tan sólo por un momento al otro lado del Atlántico: en mayo de 2012 el montante de la deuda en los Estados Unidos era de 15,8 billones de dólares y del 101% del PIB anual (mientras que la media de la zona euro es del 91%). En 2012, los Estados Unidos soportarán un déficit anual de 1,1 billones de dólares, o del 7% del PIB (mientras que en la zona euro se encuentra en el 3%). Sin embargo, nadie cuestiona el mercado único de los Estados Unidos ni la viabilidad del dólar.

Una de las razones para ello es que nuestros socios americanos pasaron, hace más de 200 años, de una unión laxa de estados a una unión política y fiscal. Los fundamentos de la unión política federal de los Estados Unidos se establecieron en 1790. Tras la Guerra de la Independencia, muchos de los estados de los Estados Unidos estaban fuertemente endeudados, lo que condujo a tres políticos estadounidenses -Hamilton, Jefferson y Madison- a ponerse de acuerdo en una cena sobre la necesidad de mutualizar, como medida puntual, la deuda de los estados y emitir nuevos bonos respaldados por el Tesoro de los Estados Unidos. Estos bonos todavía respaldan, hoy en día, el dólar estadounidense, el sistema bancario de los Estados Unidos y la fortaleza global de su economía. Cualquier ciudadano puede comprobarlo por sí mismo al entrar en una oficina bancaria de Estados Unidos. De conformidad con la ley de Estados Unidos, los bancos están obligados a exponer en cada sucursal carteles que dejen claro que "los depósitos están respaldados por la credibilidad financiera del Gobierno de los Estados Unidos". Esta garantía aporta a los ciudadanos estadounidenses la confianza de que sus depósitos están seguros, aun en tiempos de crisis.

Europa puede, en los próximos años, optar por un enfoque similar, lo que significa mirar por encima de los intereses a corto plazo y preparar el camino a una mayor integración europea. Debemos, por lo tanto, llevar la unión económica y monetaria a una "nueva etapa". Un primer paso consistirá en convertir el Banco Central Europeo en la autoridad única de supervisión para los bancos en la Eurozona. El presidente Barroso y su equipo están trabajando en la actualidad en las oportunas propuestas legislativas. La unión bancaria debería estar respaldada por la credibilidad financiera conjunta de los gobiernos de la zona del euro y, en el futuro, del ministro de Finazas europeo. A medio plazo, una unión bancaria sólo puede funcionar si se complementa con una unión política y fiscal plena.

Nuestro destino en los años venideros es claro: para preservar y reforzar la posición de Europa en el mundo, tenemos que convertir nuestra unión económica y monetaria en una federación política europea fuerte, con una unión monetaria, fiscal y bancaria, que abarque, al menos, la zona del euro, si bien ha de estar abierta a todos los estados miembros de la UE que deseen adherirse a la misma.

Alcanzar este objetivo requiere asimismo la credibilidad financiera de los ciudadanos europeos. La integración y la legitimidad han de avanzar en paralelo, lo que significa que también tenemos que reforzar la legitimidad democrática del proceso de adopción de decisiones de la UE. No pueden tomarse decisiones que afecten a los presupuestos de todos los estados miembros a puerta cerrada. Debemos asegurarnos de que se adoptan de una manera plenamente democrática.

Creo que la mejor manera para lograrlo es convertir nuestra unión en una federación europea con un Gobierno europeo fuerte -la Comisión Europea- que tendrá que responder ante el Parlamento Europeo elegido por sufragio universal directo. La cabeza del Gobierno europeo, en mi opinión, debería ser elegido directamente por el Parlamento Europeo, que representa a todos los ciudadanos europeos.

Los cambios no se producen de la noche a la mañana. Sin embargo, podemos establecer una hoja de ruta creíble para transformar esta visión en una realidad para 2020. Las opiniones de los ciudadanos deben tomarse en consideración. Por ello hemos lanzado una amplia consulta, en la que se pregunta a los ciudadanos qué tipo de Unión Europea les gustaría contemplar, y de qué tipo de unión desearían responsabilizarse, en 2020. Seguiré de cerca esta consulta mediante una serie de Diálogos con los ciudadanos (http://uesp.es/ideas), en los que deseo escuchar sus ideas y conocer su visión del futuro de Europa. Inauguraré estos diálogos en Cádiz el 27 de septiembre, en el Oratorio San Felipe Neri, donde se firmó la Constitución española de 1812. Espero que acudan muchos. Cuento con ustedes para explicar a los responsables de formular las políticas europeas de qué tipo de Europa quieren responsabilizarse en 2020.

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