¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

Voces del 'procés'

Hoy nos sentimos víctimas de la "sedición" y el "tumulto", pero terminaremos siendo los damnificados por un "sablazo"

Hay palabras que huelen a historia, como "sedición" o "tumulto". Parecen traídas de otra época y nos evocan las conspiraciones contra Esquilache o la épica de los chulos en aquel Madrid del 2 de mayo. Estos vocablos, hasta ahora, dormían plácidamente en el Código Penal, ajenas a un tiempo en el que el lenguaje se ha convertido en un batiburrillo de anglicismos y eufemismos biempensantes. Sin embargo, el procés se ha encargado de desempolvarlas y colarlas en los telediarios y las barras. Cuando hablamos de sedición o tumulto todo adquiere mayor gravedad. Estas voces no son moco de pavo, como bien sabe el director de Patrimonio de Hacienda de la Generalitat, Francesc Sutrias, a quien le dio un ataque de ansiedad cuando se vio detenido en el cuartelillo. El mismo aplomo que tuvo para violar la legalidad y conspirar contra la democracia española lo podría haber mantenido en las mazmorras de Gracia.

La primera acepción que da el Diccionario de la Real Academia Española para la palabra "sedición" es clara: "Alzamiento colectivo y violento contra la autoridad, el orden público o la disciplina militar, sin llegar a la rebelión". Nadie puede ya negar que el independentismo catalán está a un paso -si no lo ha hecho ya- de dejar atrás la sedición para desembocar en una abierta rebelión, vocablo que, sin separarnos del DRAE, significa: "Delito contra el orden público, penado por la ley ordinaria y por la militar, consistente en el levantamiento público y en cierta hostilidad contra los poderes del Estado, con el fin de derrocarlos". ¿Alguien duda de que es esto lo que está pasando en Cataluña? Y si es así, ¿a qué vienen tantos melindres con la intervención de la Justicia y la Guardia Civil? Quizás es que nos dan miedo las palabras crudas del idioma español. Por su parte, el significado de la voz "tumulto", en su primera acepción, es más breve y rítmico: "Motín, confusión, alboroto producido por una multitud". Parece un teletipo de urgencia sobre las calles de Barcelona, por más que la Generalitat se empeñe en vender las movilizaciones como una amigable botellona.

Podríamos tratar sobre otros vocablos de rancio abolengo: "revolución", "traición"... Todo dependerá de lo que suceda las próximas semanas en Cataluña. Haremos una apuesta: al final, terminaremos usando el vocablo "financiación" o, si lo prefieren, la castiza voz "sablazo". Ya saben: "golpe dado con un sable" o "acto de sacar dinero a alguien pidiéndoselo, por lo general, con habilidad o insistencia y sin intención de devolverlo".

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