Quosque tamdem

Luis Chacón

¿Hay alguien ahí?

En una conversación con un grupo de amigos, ilustraba mi idea de que el caciquismo no ha desaparecido en España con una vieja anécdota de don José Solís, ministro franquista nacido en Cabra y conocido como la sonrisa del Régimen. Solís fue quien quiso cambiar el latín por la gimnasia en los planes de estudio hasta que Muñoz Alonso le recordó que gracias a los romanos "el señor ministro era egabrense y no otra cosa". Dicen que contaba entre risas, orgulloso de ejercer de cacique en su tierra, que si todos los que había colocado en Madrid por ser paisanos hubieran nacido realmente en Cabra, la comarca se habría quedado desierta. Sin embargo, la mayoría de mis interlocutores insistían en que esas eran viejas historias del franquismo y de la Restauración. Que ya, lo del "Natalico, colócanos a tós", eran casos aislados. Bueno, aquí si surgió una importante discrepancia porque lo de colocar amigos parece estar en pleno apogeo. En fin, que el asunto quedó en un empate técnico hasta que el viernes el ministro de Fomento firmó un acuerdo con el Ayuntamiento de Santander para liberar suelo y favorecer la integración del ferrocarril en la capital cántabra. Por si alguien no lo supiera, el señor de la Serna abandono la alcaldía santanderina para ocupar la cartera de Fomento. Se ve que como nosotros no tenemos a nadie que nos cuide, nos pasa como al huerfanito que no tiene padre, ni madre, ni perro que le ladre. Y por eso el AVE está todavía viendo cómo llegar a Loja.

Para encontrar a un granadino en el gobierno hay que remontarse a finales del franquismo. Y mejor no hacerlo porque tuvimos a un ministro de Educación que inventó el conocido jocosamente como calendario juliano y fue destituido a los seis meses. Presidentes de gobierno hubo dos, Narváez y Martínez de la Rosa. Dos nombres que para muchos serán dos calles céntricas porque hace más de siglo y medio que ejercieron tan alta magistratura. Tampoco olvidemos que la presencia de granadinos en el gobierno andaluz es parecida a la que tenemos entre los astronautas que han pisado la luna.

No es cuestión de recurrir al viejo refrán de que quien no tiene padrino no se bautiza, sino pensar si es posible que convivan en la misma ciudad una de las tres mejores universidades de España con un montón de tipos mediocres en los que nadie se fija para ocupar un alto cargo. O los partidos eligen sin criterio o aquí nos hemos quedado los tontos.

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