Víctor / Ulllate / Coreógrafo Y Bailarín

Por mi amor a Granada

Fue más o menos el año 1964, cuando el embrujo de Granada se apoderó de mí. Yo actuaba en los jardines del Generalife con la compañía de Antonio Ruiz y aproveché un poco de tiempo libre para disfrutar de la Alhambra y del Albaicín. Quién me iba a decir que ese placer que produce el observar tanta belleza, se produciría repetidamente a lo largo de los años. Mi vuelta a Granada fue más tarde con la compañía de Maurice Bejart, posteriormente con mi propia compañía y finalmente cada periodo de tiempo libre, para disfrutar de la casa que tuve de comprar en el Albaicín. Mi decisión de comprar esta casa, fue también impulsada por la idea de contribuir en algo a la conservación de un inmueble más de ese abandonado y hermoso barrio.

La vinculación de las personas con los lugares, al fin y al cabo, viene dada por el conocimiento, respeto y admiración, que acaba convirtiéndose en amistad con la gente de los lugares que descubrimos. A lo largo de estos años he admirado y respetado a la gente de Granada, y me refiero a ese gran conjunto de cantaores, poetas, bailaores, coreógrafos, pintores, etc., que esta tierra sigue dando. Lo que no puedo ni respetar ni admirar es la gestión de la administración pública de Granada, que es capaz de plantear un plan de demolición de casas (entre ellas la mía) en el Albaicin para activar la circulación de dicho barrio. La noticia no sólo me ha dejado perplejo por la falta de sensibilidad, sino por la falta de rigor de protección cultural de este maravilloso patrimonio, que todos los granadinos y foráneos tenemos la obligación de proteger, cosa que parecen obviar los políticos cuando llegan al poder y dejan de ser ciudadanos, campando a sus anchas sin ningún respeto por su ciudad y su gente.

Es incomprensible que la UNESCO no supervise más de cerca los fondos que otorga para proteger sus patrimonios, pues en este caso concreto están siendo utilizados para "destruir" dicho patrimonio, incluso sin tener en cuenta la catalogación cultural de los edificios, que no sé para qué fue realizada en su momento, pues es el propio ayuntamiento el que se salta sus leyes a la torera. En vez de proponer un plan de restringir el acceso sólo a los vecinos y así proteger y cuidar el entorno de dicho barrio, la administración plantea incomprensiblemente lo contrario, un plan que debería llamarse Plan Lorca, por vincular de alguna manera la desaparición o ejecución de bienes culturales granadinos.

Espero que todos los granadinos (no sólo los del Albaicín) se manifiesten de alguna forma para demostrar el amor, que al igual que yo, sienten por su ciudad y entre todos evitemos una barbarie cultural más de las muchas realizadas en Granada. Si desgraciadamente nuestras voces no llegaran a oírse (cosa que no creo que ocurra), desde luego el eco llegará a la UNESCO, la Junta de Andalucía y donde tenga que llegar, para que todos se sientan responsables de la decisión final. Por mi parte, me atrever ía a proponer un plan distinto al Ayuntamiento, que llamaría Plan Mariana Pineda (por lo de ahogar) y consistiría en aprovechar la estrechez de la calle San Juan de los Reyes para construir una presa que ahogara el Albaicín, las voces de su gente, su amor por el barrio, al igual que se ahogó el recorrido de ese maravilloso tranvía que subía a Sierra Nevada y al igual que se ahogó la voz de Lorca por los propios granadinos.

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