Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

Un año casi en blanco

Granada sólo ha podido entonar al revés la canción mexicana de Santa Marta que tenía tren pero no tranvía

Detesto los resúmenes anuales y, todavía peor, que consideremos un simple cambio en el calendario para estar dispuestos a mejorar las cosas, incluso nuestras vidas. En Granada, por ejemplo, no parece pasar el tiempo porque lo que he llamado 'velocidad Granada' -que el compañero Cambril, profundo conocedor de la vida política de la ciudad, tuvo la generosidad de mencionar recientemente- es estatismo puro y duro. No sé cuánto tiempo más seguiremos desconectados ferroviariamente del resto del país, ni si conseguiremos la capitalidad cultural de Europa alguna vez, o el esperanzador acelerador de partículas, porque otros asuntos como el teatro de la ópera o el gran museo que necesitaría esa hipotética capital cultural parece entelequia. El legado de Lorca ha fijado una fecha -otros tres años- para que los eruditos puedan gozarlo en el edificio de la Romanilla, con el teatrillo más funerario que pueda imaginarse.

En el año que finaliza Granada sólo ha podido entonar el revés la canción mexicana de Santa Marta que tenía tren pero no tranvía. Después de casi una década de molestias y aplazamientos tenemos tranvía o metro, pero no tenemos tren. Tener tranvía es algo que hay que valorar como se merece. Por lo pronto, la gente se monta en los vagones y disfrutan de algo que, al fin, se ha finalizado en la ciudad, quizá para cerciorarse de que es verdad y no una noticia de periódicos o una declaración política.

Metro o tranvía el caso es que hay algo que anotar en un año que hubiese pasado en blanco una vez más. Aunque es verdad que tenemos que congratularnos de que gocen de buena salud cosas que se inventaron hace muchas décadas, como el Festival de Música y Danza, que los dos últimos directores, Enrique Gámez y Diego Martínez, han mantenido con la dignidad que merece el evento más internacional de Granada. Estamos a la espera de constatar las ideas que nos proponga Heras-Casado que valoraré con la exigencia crítica que he mantenido durante los 60 años que cumpliré la próxima edición, con la idea fija de que no se pierda el norte de la excepcionalidad.

Olvidemos la tontería esa de año nuevo, vida nueva, porque cualquier día es bueno -o malo- para cambiar, mejorar o simplemente morirse que, como diría Miguel Ruiz del Castillo, 'Miguelón', es vida diferente.

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