Res Pública

José Antonio Montilla

montilla@ugr.es

20 años sin ana Orantes

El problema continúa estando en el hombre, en el macho que sigue tratando a la mujer como si fuera un objeto a su antojo

Hoy se cumplen veinte años del asesinato de Ana Orantes. Todas las luchas históricas precisan símbolos y Ana Orantes es un símbolo en la lucha contra la violencia de género, como recordaba estos días su hija en una emocionada carta. Ella rompió el silencio para denunciar ante las cámaras de televisión la violencia que estaba sufriendo en el ámbito familiar, y esto sirvió para descubrir una realidad oculta. Su valiente denuncia y la crueldad del asesino hicieron que, a partir de ese momento, nada fuera igual en España. Se inició una lucha para erradicar la violencia de género que está lejos de terminar pero en la que no va a cejar la sociedad española.

Si miramos atrás podemos ver el camino recorrido. La alarma social provocada por este tipo de delitos dio lugar a sucesivas reformas del Código Penal hasta llegar en 2004 a la Ley Orgánica de protección integral contra la violencia de género. Pretende una regulación integral de lo que tiene incidencia en la erradicación de la violencia ejercida sobre las mujeres. Luego, el Tribunal Constitucional ha aceptado las medidas de acción positiva en el ámbito penal porque la importancia de esta lucha las justifica. Hemos avanzado más que otros países a los que siempre miramos. No solo Italia sino Alemania o los países escandinavos consideran a España un ejemplo a seguir. Sin embargo, es obvio que no podemos estar satisfechos cuando este año han sido asesinadas 52 mujeres.

El problema continúa estando en el hombre, en el macho, que pese a todos los cambios legislativos y las campañas de sensibilización continúa tratando a la mujer como si fuera un objeto del que puede disponer a su antojo. Lo hemos comprobado recientemente en diversos sucesos mediáticos. Respetando la presunción de inocencia, es evidente que los comportamientos de 'La Manada' tanto en los sanfermines como en Pozoblanco reflejan la consideración de la mujer como un mero objeto de placer sexual. También en el episodio de los futbolistas de la Arandina se advierte esta misma concepción, al margen de lo que digan los jueces. Muestran una absoluta falta de respeto a la mujer, que es el presupuesto de la violencia.

Ante esta situación sólo cabe perseverar. Debemos pedir a las fuerzas de seguridad, a los fiscales o a los jueces que cumplan sus respectivas funciones en la prevención y persecución; a los representantes políticos que evalúen las normas vigentes y hagan las modificaciones necesarias pero, sobre todo, somos los hombres quienes debemos concienciarnos de que ésta es también nuestra lucha.

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